miércoles, 17 de octubre de 2007

ENTREVISTA REVISTA LUCIÉRNAGA

Foto por: Rubén J. M. Ramos Colón (mxtrbenny@yahoo.com)
.
Revista Internacional de Comentario de Libros Luciérnaga
Número 11, mayo-agosto de 2007, Año 4, p. 14-21.
.

“Mesa abierta”

Por: Jaditza Aguilar Castro

“el pie nunca fue más allá de la línea / mas hoy la cruzo / y en esta ocasión, / como en todas las causas justas”.
J.D. Capiello-Ortiz - “Cruzar la línea”

Próximamente saldrá a la luz el poemario “Comunión Antropoética” (Editorial Isla Negra, 2006), de J. D. Capiello-Ortiz. Es un texto muy singular que nos hace volver hacia otros textos, como la Biblia, que nos brindan relatos alicientes. Capiello-Ortiz, hijo de una pastora protestante y natal de la ciudad de Ponce, emerge del colectivo El Sótano 00931 y se caracteriza por contener una temática muy cuidadosa relacionada con las “causas justas” y el amor. Conozcamos un poco el fondo del poeta.

Jaditza Aguilar Castro: Tu poemario, que pronto saldrá al público se titula “Comunión Antropoética” ¿Por qué “Comunión”? ¿Con qué se comulga? ¿Por qué “antropoética”? ¿Por qué la conjunción casi tautológica de ambos términos?

J. D. Capiello-Ortiz: Comunión porque remite a común, a comunicación, a comunidad, al diálogo entre muchos y que produce sus propios encuentros y contingencias desde la negociación de posibles diferencias pero no desde la desigualdad. Y antropoética porque es el Verbo hecho carne, la palabra hecha ente social, que habite entre nosotros, la poesía pensada desde lo Bello-sublime pero, de una estética antropológica si así pudiera llamarse. No quiero caer en la discusión de si es o no comprometida pero, dada la tonada de los textos, sé que algo hay que comentar. Wolfgang Iser comenta sobre una “dimensión antropológica de las ficciones literarias” que me parece ser cien por ciento extensible a la poesía. Y en ese sentido creo que, ante un tiempo en que las utopías sólo producen sospechas, la única utopía que queda es la palabra, la que crea, se crea y se recrea constantemente: el logos. El discurso ya no como lógica sino como “mithos”. Así es como único la palabra es dios pero dios hecho hombre. Y a la vez el hombre hecho dios. O simultáneamente dios y hombre en una comunión creadora.

Jaditza Aguilar Castro: Sin hacer mención específica a ninguno de tus poemas, sólo aludiendo a la generalidad de ellos, ¿cómo consideras la presencia de lo cristiano en tu poesía?

J. D. Capiello-Ortiz: La presencia de lo cristiano está como inmanencia de una crianza pero a la vez como el resultado de cuestionar precisamente el cristianismo (institucional) para poder tener mi propia experiencia y a través de ésta una convicción que finalmente refuerce mi fe. No creo en la fe ciega (religiosidad). Por otra parte esa experiencia siempre tiene que ser liberadora y, de alguna manera, traducible a la vida humana. Sino qué sentido tendría. Entonces dicha experiencia tiene una función social tanto a nivel colectivo como individual. Pues si bien lo social implica lo colectivo, quien en lo individual experimenta la libertad no debería reproducir sino libertad y, si bien puede sonar controversial, libertad aunque sea como parte de una “dimensión antropológica de las ficciones literarias”.

Jaditza Aguilar Castro: “Panes y peces” es uno de tus poemas, ¿cuál sería la relación que tiene con los episodios bíblicos de la Última cena, las bodas de Canaán, y los panes y los peces?

J. D. Capiello-Ortiz: Con la última cena específicamente, la relación que este poema guarda es más bien con la cuestión de la transustanciación. Me fascina la idea de que algo pueda ser dual. Pan y carne; vino y sangre. Sublime y trivial a la vez. Igual que las manos; ser mis manos y a la vez de otros o para otros sin dejar de ser mías. Respecto a las bodas, si te fijas, también hay una transubstanciación pero para satisfacer algo completamente trivial: el placer de un buen vino. La cuestión humana en su más simple expresión jamás fue abandonada por Cristo. No hay cristianismo ni nada sin sociedad y en ese sentido el cristianismo se traduce en social-cristianismo. Los panes y los peces en la Biblia son el mejor ejemplo. Se satisface tanto la necesidad espiritual como la física: la catarsis y la saciedad o satisfacción tomadas de la mano.

Jaditza Aguilar Castro: Cuando en poemas como, una vez más, “Panes y peces,” Metalingüística,” “Pequeños Bodigos” y “¿Hasta que vuelvas?: (la última cena)”, por ejemplo, remites al dolor, ¿qué función poética o humana tiene este sufrimiento de hermanos?

J. D. Capiello-Ortiz: Sí hay un sufrimiento de hermanos cuando hay hermandad pero, sobre todo, me importa cómo el sufrimiento nos hermana y nos alecciona a la vez que nos da noticia de nuestra naturaleza. En ese sentido el dolor es una bendición. Dice Maria Lima que: “desde el dolor / el viento trae aromas de otra orilla. / Sé que no estamos lejos.” Sandra María Estévez tiene también un poema que dice: “I speak two languages broken into each other / but my heart speaks the language of people / born in oppression.” También hay una propuesta de puertorriqueñidad, de hermandad, en esto.

Jaditza Aguilar Castro: “De la náusea al escalofrío” es, probablemente, o al menos a mi parecer, el poema más estremecedor, como las imágenes de su título proyectan, ¿así conoces la vida o algo más aborda la vitalidad de tus días? ¿En qué pensabas cuando escribiste este poema?

J. D. Capiello-Ortiz: Lo que me gusta de este poema es que me dio la oportunidad de liberarme de lo que sentía en un momento específico. Por eso dice que, “Ya este cadáver / tiene veinticinco años”. Como Altazor, que vuela, la vida es siempre un mismo vuelo aunque a veces se vuela alto, y otras, muy bajito; cerca del piso. Por lo mismo el poema es uno de desengaño. No siempre se vuela alto y en este poema no hablo de no haberlo hecho, sino de cuando casi se toca fondo pero desde el aquí y el ahora de encontrarse bien abajo pero, a la vez, un momento desde la transitoriedad del vuelo.

Jaditza Aguilar Castro: ¿No hay en la voz poética que reproduces en tus versos, a pesar de todo, un algo de rebeldía? ¿Si lo estimas así, en qué sentido?

J. D. Capiello-Ortiz: Rebeldía, no creo –aunque dejo espacio para quien así me lea–. Es una cuestión de conceptuación. Me parece que la rebeldía es un producto, no un causante. Yo prefiero la palabra inconformidad. Puro nihilismo activo diría Nietzsche. La acción debe ir sobre la reacción y la rebeldía no es más que pura reacción. Yo soy un inconforme; un actante. Destruir para dar paso a nuevos valores. Decía Nietzsche que no se trata de buscar el sentido de las cosas sino de introducirlo en ellas.

Jaditza Aguilar Castro: Las imágenes que utilizas del cuerpo y cómo las utilizas, pienso por ejemplo en “Cruzar la línea,” “Corbatas” y “Letrilla por Corinne Bruno”, es una muy particular. Recuerdas a aquel Vallejo que escribió: Jueves será, porque hoy, jueves, que proso / estos versos, los húmeros me he puesto / a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto / con todo mi camino, a verme solo (“Piedra negra sobre una piedra blanca”). ¿Dónde empieza el Vallejo que hay en ti?

J. D. Capiello-Ortiz: Sobre el cuerpo, me alegra mucho que hayas notado ese detalle pues sé que, de todo lo que con intención hago en mi poesía, esto es lo que con más celo cuido, al menos en estos poemas. Si bien la Biblia es parte de mi capital metafórico, creo que el cuerpo es mi presupuesto principal (hay toda una poética del cuerpo). Lo hago porque el referente es accesible a todo el mundo. La poesía, como el lenguaje en general, siempre presupone un otro. Por eso la palabra siempre será dialógica. En esa relación con el otro a través de la poesía siempre se entabla una relación hermenéutica mínima necesaria desde donde se negocian los encuentros y contingencias entre emisor y receptor. Y si es así, para que haya negociación, esta tiene que darse con la misma moneda, habrá quien tenga más monedas que otro, pero siempre serán monedas reales; se negociará con igual valor y no unos con monedas reales y otros con fichas plásticas. Entonces la metáfora y el referente, como monedas, me permiten negociar más si son corazón, manos, brazos, encías, uñas, piel; y no nibelungos, nenúfares, hierofantes, etc. Sobre Vallejo… (igual que todos los otros) creo que empieza cuando veo que es posible negociar con igual moneda (aunque los intereses puedan incluso ser distintos).

Jaditza Aguilar Castro: Por cierto, ¿Alguna vez leíste “Pan” de Gabriela Mistral? Las primeras dos partes de tu poemario me remiten a aquella imagen del pan sobre la mesa; así como me lleva irrevocablemente a Vallejo y, gracias a mis últimas lecturas, a José María Lima. ¿Qué te hermana a ellos?

J. D. Capiello-Ortiz: En lo personal no soy fanático de Gabriela Mistral y aunque no recuerdo haber leído su poema sí reconozco que tenemos mucho que nos hermana. Con ella, Vallejo y Maria Lima me hermana que comemos antes y que escribimos después; y que me atrevería a decir que en algún momento (antes… después) escribimos para comer. Como cualquier plomero, herrero, albañil o ferretero. ¡Ah!... y que nos gustaría que nos leyeran a nosotros y no a los que a través de nosotros pudieran estar hablando. También respeto mucho las lecturas valientes que se sostienen sólo desde el texto.

Jaditza Aguilar Castro: ¿Sientes que has recibido alguna influencia de la teología de la liberación?

J. D. Capiello-Ortiz: Siéndote honesto no es mucho lo que he leído al respecto pero definitivamente por lo que sé, si no me ha influido, al menos las propuestas son muy similares. En ese sentido mi propuesta no es para nada original. Ahora bien, podría decirte que creo firmemente en que “la verdad nos hará libres”, y que cuando Cristo dijo, “yo soy el camino, la verdad y la vida”, no fue como principio teleológico sino como camino, como búsqueda, como compromiso de gesta y devenir; la verdad como estado transitivo más que como sustantivo. Hacer la verdad.

Jaditza Aguilar Castro: Primero, ¿se entiende la poesía?

J. D. Capiello-Ortiz: Entender conlleva un proceso de conocimiento. Un develar o desocultamiento como diría Heidegger y Gadamer posteriormente. Hay quien para entender parta de un conocimiento previo desde donde acercarse (presupuesto cultural, el otro del orden simbólico lacaniano). A esto le llamo interpretar. En mi caso personal, prefiero que ese filtro aprehensor sean el cuerpo, la experiencia y los sentidos del que lee (ego). Si bien habrá siempre un presupuesto cultural inseparable, los referentes, como instrumentos de aprehensión a partir de los sentidos, responderán más a la necesidad del yo lector y esto más que interpretar es crear nuevo conocimiento y nuevas categorías. Así se da un develar de verdad no antes contenido en la cultura previa (el otro). Ese es el entender al que quiero invitar con mi poesía. Al conocimiento. Es por eso que la poesía “se siente para entenderse”. Para conocerse. Pero no sé, dime tú. Cuando me leíste, ¿la entendiste?

Jaditza Aguilar Castro: Parece haber un giro de la primera parte de tu poemario, que se titula igual que el texto global, y la segunda parte, “De cal y de arena”. Hay cierto cinismo o cierta ironía que en la primera parte sólo observo en el poema sobre Neruda. Háblanos un poco de ello.

J. D. Capiello-Ortiz: El giro que se da de la primera a la segunda parte es uno que entendía necesario. El registro de la primera parte hace que el discurso sea uno muy presumido. Aunque se sabe discurso, no lo da a entender más allá de la intencionalidad de las imágenes como manipulación y recurso estético o poético. Por ejemplo, no es un “Amante ilustrado” que de antemano hace clara su agenda. Quizás reconociendo esa posible deficiencia es que termino la primera parte con “Un verso vuela” que dice que, “Un verso vuela / con el descaro de un nombre / que le quiere escupir su amor / en la cara al mundo”. En esta segunda parte la poesía se reconoce discurso dando al lector de sospecha la noticia y premisa de que no hay lenguaje ingenuo, que todo es lúdico, estructuras de tensión y poder, encuentros y desencuentros pero que a la vez, desde la comunión antropoética, el juego se convierte en negociación. Por eso “De cal y de arena”, y por eso el juego pero, con las cartas sobre la mesa. No hay nada bajo la manga.

Jaditza Aguilar Castro: ¿Qué poder ostenta el amante de “Amante ilustrado”, valga la redundancia?

J. D. Capiello-Ortiz: Ostenta poder entrar al juego-negociación de la posesión-y-la-entrega, de dar amor desde el egoísmo del deseo. Nadie ama por sacrificio sino por placer. Así amar se traduce en ejercicio de libertad. Ni se sacrifica ni se exige. Simplemente se da. En esa búsqueda de satisfacción hay un juego de entrega y la palabra es el mecanismo de persuasión. Te amo se traduce pues en metáfora del deseo del otro (de poseerlo en la entrega).

Jaditza Aguilar Castro: Si existe un giro leve en la transición de la primera a la segunda parte, ¿cómo describirías o justificarías el giro, al parecer, profundo entre las primeras dos partes y la tercera?

J. D. Capiello-Ortiz: Creo que sí hay un giro pero no lo entiendo tan drástico. De hecho, diría que en términos de estrategia discursiva la transición es menos marcada. Lo que si tengo claro es que el registro (tono) discursivo de la tercera parte no es tan fuerte como el de la primera que es muy emotivo o en ocasiones sentencioso, ni como el de la segunda que parecería cínico como bien apuntas. Pero en términos (de análisis) de discurso el cinismo de la segunda parte es la transición perfecta para las ironías de la tercera; cosa que no se ve en el “straight forward” discursivo de la primera parte. Creo que es una cuestión de tonada. Igual creo que cada tema exige un tono, una voz, aunque las estrategias discursivas sean las mismas (o quizás varíen de poeta en poeta). Yo lo explicaría de la siguiente forma: Hay una transición de la primera a la segunda parte donde se sostiene el tono (social, intenso, sentencioso) pero que añade una estrategia discursiva (ironía, cinismo) luego, de la segunda parte a la tercera, la transición que se da abandona el tono (quizás social y ahora romántico) pero sostiene la estrategia discursiva (ironía, cinismo).

Jaditza Aguilar Castro: ¿Hasta qué punto se podría considerar la erótica, el amor entre dos personas, una forma de poética?

J. D. Capiello-Ortiz: Creo que primero habría que definir lo que es erótico y, obviamente, por contraste con lo romántico. Considero lo erótico como aquel discurso que incluye el juego de la seducción y el cuerpo como parte del amor; es decir: el deseo y lo carnal. Sin embargo considero también que la poesía de por sí es erótica pues aunque el cuerpo sólo está (o no) presente como escritura, sin importar el tema, la seducción al lector no puede faltar jamás. Si no me equivoco era Barthes quien hablaba de lo erótico en su libro “El placer del texto” y decía que lo erótico no es la hendidura en la falda ni el pedazo de piel que va quedando al descubierto, sino el corrido de la falda, ese ansioso ¿hasta donde? del que observa cómo la piel se desoculta ante sus ojos. En ese sentido considero más erótico decirte por ejemplo, “que dibujes con tus labios los contornos de mi copa mientras bebes de este vino blanco” antes que cualquier otra cosa por más presente que esté el cuerpo. La tela sería romántica. El cuerpo, pornográfico. Pero el descubrir… Contestando directamente tu pregunta, si lo erótico es el desocultamiento, la erótica como poética (el qué y cómo del ser de la poesía), es el desocultamiento del sentido y el placer que ese desocultamiento despierta. Claro que si.

Jaditza Aguilar Castro: La voz poética de la tercera parte, ¿qué le inquieta? ¿qué le hace estar en ascuas?

J. D. Capiello-Ortiz: El recuerdo de la pérdida y cómo articularlo lingüística y verbalmente de una manera que no me sea conflictivo. Salir victorioso en cada giro del lenguaje frente a la disolución del yo que representa la carencia del otro. Cada vez despedirme mejor, diría Pepe Liboy.

Jaditza Aguilar Castro: ¿Qué Judit degolló al hereje soberbio de la voz poética de la tercera parte? En otras palabras, ¿qué mujer busca la voz poética de la última sección del libro de poesías?

J. D. Capiello-Ortiz: No busca ninguna; se despide de muchas.

Jaditza Aguilar Castro: ¿Qué opinas de la producción global de tus poemas? ¿Qué cambiarías? ¿Qué dejarías “igual” en tu próximo poemario?

J. D. Capiello-Ortiz: Que son lo mejor que pude dar en ese momento. Que no cambiaría nada pues sino, no serían aquellos poemas, serían otros. Y que no dejaría nada igual para el próximo poemario porque entonces no sería el próximo. Si te soy honesto creo que un poema no está terminado hasta que el poeta muere pero hoy sé que los poemas de mañana sólo los escribiré mañana. Mirar con desprecio los trabajos anteriores es un estúpido e infantil gesto de arrogancia. La escritura es un eterno ejercicio de maduración y para que esa maduración se dé mis mejores poemas de hoy mañana tendrán que ser vistos como necesarios ejercicios de escritura.

No hay comentarios: