miércoles, 5 de agosto de 2009

Luis López Nieves o La Magnitud del "No Saber"


No sé. […] No sé contestar esta pregunta. […] es posible que exista y yo no la conozca. […] No creo que yo haya visto suficientes cuentos de narradores de los 90 como para formarme una opinión firme al respecto.
Luis López Nieves


Generalmente un simple “No sé” suele ser la contestación más simple e inteligente que pueda darse a cualquier pregunta. Por tal razón cuando la pregunta es: ¿Cómo resuelve el escritor boricua, que vive en el norte, esa dualidad entre su raigambre mestiza y una vivencia en la modernidad de los Estados Unidos?, sino se está en posición de contestar, la respuesta más sencilla y prudente sería un simple: “No sé. Tendrías que preguntarle a un escritor que viva en Estados Unidos”. De lo contrario, cualquier información adicional pudiera resultar en una lastimosa retahíla de desafortunadas expresiones. En palabras del mismo Luis López Nieves, “ideas […] que algunos puertorriqueños consideran antipáticas”. Aún así, hay quien insista en añadir dichas antipáticas ideas. Tal es el caso del autor ya mencionado.

En una entrevista que hiciera Rubén Darío Jaimes al escritor puertorriqueño, y que fuera realizada en el 200o y luego publicada en Actual (Revista de la Dirección de la Cultura, Universidad de los Andes, III Etapa, Números 55-56, Mérida, Venezuela, enero-agosto 2004, pp.269-272), el autor responde a la anterior pregunta con la línea a la que se hace alusión. Hasta este punto, tomando en consideración que sólo es la segunda pregunta, la entrevista parecía transcurrir dentro de un prudente margen de bastante coherencia. En adelante lo que van a leer son aquellas “ideas […] que algunos puertorriqueños (y creo que algunos otros cuantos) consideran antipáticas”:

-No sé. Tendrías que preguntarle a un escritor que viva en Estados Unidos. Déjame aclararte algo que no sé cuán claro esté. Los puertorriqueños (y demás hispanos) que han emigrado a EE.UU. son "minorías" en ese país. Pero nosotros, los puertorriqueños de la isla, no somos emigrantes ni minoría. Somos una colonia intervenida militarmente, y aquí somos mayoría. No somos parte de EEUU. Te adelanto, sin embargo, que tengo unas ideas sobre este asunto (boricuas en EE.UU.) que algunos puertorriqueños consideran antipáticas. ¿Dónde están los españoles que migraron a Puerto Rico? ¿Dónde están los muchos venezolanos que inmigraron a nuestra isla en el siglo XIX? Los emigrantes son víctimas de la historia. Tarde o temprano dejan de ser lo que son y, como los venezolanos que vinieron a Puerto Rico, se convierten en puertorriqueños (y hasta pierden, del todo, la memoria histórica). Pienso que hoy día hay dos tipos de puertorriqueños en EE.UU.: los que salen del gueto y los que siguen allí. Los que salen, como puede verse, se asimilan. Así ocurrió con culturas tan potentes como la italiana. Claro, todavía comen pasta y escuchan ópera, pero han dejado de ser italianos. Creo que los puertorriqueños que salen del gueto empiezan a despuertorriqueñizarse. Los que siguen en el gueto están locos por salir, como es lógico. Mientras tanto, hay un grupo de escritores que se ha inventado la abominación que llaman "literatura en espanglish". Esa literatura, en mi opinión, nació muerta y sin futuro. He visto en ella dos grandes tendencias: la nostalgia y la glorificación del gueto. La nostalgia me aburre. Lo único que me interesa sobre los guetos, sean de EE.UU., PR o de cualquier parte del mundo, es la manera más eficaz de exterminarlos. No hay que glorificar la pobreza.

Según se aduce de lo anterior, en apariencia no queda claramente establecido que los puertorriqueños en Estados Unidos sean emigrantes y minoría, y que los que habitan en la isla no lo sean. Ante tal falta de claridad, la explicación parece pertinente dado que la pregunta intenta un asedio a los puertorriqueños en Estados Unidos. De lo contrario o la pregunta o la contestación serían impertinentes. Aún así lo que aquí interesa no es lo pertinente o impertinente de una pregunta y su contestación. Más bien se pretende puntualizar algunos aspectos de las susodichas “antipáticas ideas” o, mejor aún, entender el por qué las mismas pudieran parecer “antipáticas”.

Es probable que la antipatía que el propio Luis López Nieves adjudica a sus ideas se encuentre en nuestra imposibilidad de identificar otras lecturas en cuanto a material cultural refiere (lo que quiera que eso signifique) y con las cuales muy bien pudieran estar dialogando sus opiniones. En ese sentido, las preguntas que acto seguido el autor plantea sobre, “¿Dónde están los españoles que migraron a Puerto Rico? ¿Dónde están los muchos venezolanos que inmigraron a nuestra isla en el siglo XIX?”, pudieran remitirnos al antropólogo Clifford Geertz cuando este expresa que: “si no conoces la contestación cuestiona la pregunta”. Aún así, ante la dificultad de preguntar por el momento a Manuel de la Puebla o a Javier Ciordia Muguerza si ya dejaron de ser españoles, o de preguntar a José Manuel Maldonado, ¿por qué sigue siendo anarquista?, o tal vez, ante la imposibilidad de invocar el espíritu de nuestro único Premio Novel de literatura, Juan Ramón Jiménez, un simple “No sé” sigue siendo recomendable. Aún así, hay quien insista en añadir dichas antipáticas ideas. De todos modos contestar o debatir la pregunta, en este caso, no sería necesario puesto que nuestro escritor nos da su contestación:

Los emigrantes son víctimas de la historia. Tarde o temprano dejan de ser lo que son y, como los venezolanos que vinieron a Puerto Rico, se convierten en puertorriqueños (y hasta pierden, del todo, la memoria histórica).

Siempre he entendido el caso de Puerto Rico como uno muy peculiar; sin querer sonar tautológico o redundante, digamos que único. Pero a partir de lo expuesto por López Nieves más que peculiar, parecería que la única manera de encontrar puertorriqueños sería bajo algún tipo de observación hipostásica fenomenológica o, quizás, volver en el tiempo a cuando tenía algunos 18 años y pude ver puertorriqueños silvestres, esenciales, “en su estado natural”. Me refiero a cuando coleccionaba monedas de hacienda y en una visita a Castañer, Adjuntas y Lares, en términos lopeznevistas si se me permite el calificativo, más que puertorriqueños, pude ver la epitome esencial de la puertorriqueñidad con todo y camisa remangada y machete en mano. Como podrá imaginar el lector, toda una revelación dialéctico-muñosista.

Quien me conoce sabe que nada me angustia pero no por eso se debe pensar que no vea inquietante la posibilidad de que, por ejemplo, un Yván Silén sea menos puertorriqueño por los 40 años que, en mayor o menor medida, allá tenido que vivir fuera de Puerto Rico como “victima histórica”. Claro está, siempre cabe la posibilidad de que el Poeta del Sombrero de Copas decidiera tomar el próximo avión para Puerto Rico justo antes de la mañana en que muy seguramente se miraría al espejo con extrañeza. Creo que nunca nos enteraremos. ¿Cómo entender que los judíos hayan seguido siendo judíos incluso fuera de sus tierras y sin un Estado Nacional por tanto tiempo? Quizás la clave esté en lo de “victimas de la historia” y tengamos que asumir las más recientes gestiones políticas de Israel tocante a Palestina como algún extraño proceso de recuperación de la memoria histórica. Por ahora preferiría simplemente decir que “No sé” pero aún así habría quien insista en añadir algunas antipáticas opiniones.

Quizá como parte de un ejercicio por entender qué tan compleja puede llegar a ser la situación, el escritor objeto de este “circle going” (como pudiera llamársele a toda gestión que no parece conducir a ninguna parte) plantea que:

[…] hay dos tipos de puertorriqueños en EE.UU.: los que salen del gueto y los que siguen allí. Los que salen, como puede verse, se asimilan. […] Creo que los puertorriqueños que salen del gueto empiezan a despuertorriqueñizarse. Los que siguen en el gueto están locos por salir, como es lógico.

Ahora podrá entender el lector a lo que me refiero con qué tan compleja puede llegar a ser la situación: ¡“Hay dos tipos de puertorriqueños en EE.UU.”!. No sólo eso. La cosa se complica aún más considerando que estos dos tipos de puertorriqueños son, “los que salen del gueto y los que siguen allí”. Los primeros, explica Lopez Nieves, son aquellos que “salen del gueto [y] empiezan a despuertorriqueñizarse”; los segundos, son “los que siguen allí”. Tocante de estos últimos, añade López Nieves que, “como es lógico”, “los que siguen en el gueto están locos por salir”. En otras palabras, en Estados Unidos, hay dos tipos de puertorriqueños: los que se despuertorriqueñizan y los que están locos por despuertorriqueñizarse. Finalmente nuestro escritor concluye diciendo que: “Lo único que me interesa sobre los guetos, sean de EE.UU., PR o de cualquier parte del mundo, es la manera más eficaz de exterminarlos”.

Esto me hace recordar una de esas tantas veces en que también he expresado algunas antipáticas ideas (al menos para López Nieves lo serían). Si mal no recuerdo, en aquel entonces dije que: “Al igual que los ‘barrios colombianos de casi un millón de habitantes’, los ghetos bonaerenses de Arlt y el ‘hood’ de los nuyorricans en Nueva York, vivimos en un barrio de cuatro millones y medio de habitantes”. Pero qué de malo tiene vivir en un gueto. A fin de cuentas generalmente quien tiene las posibilidades reales de vivir fuera de un gueto no desea permanecer en el. La vida en el gueto está condicionada a las posibilidades económicas que tenga el sujeto para desplazarse a otros espacios. Ahora bien, tanto el país de donde proviene el inmigrante como el gueto son parte del constructo que constituye la memoria histórica del sujeto. Harto conocido es para la antropología cultural que la interacción con estos espacios no elimina las cargas y valores adquiridos de las experiencias previas sino que más bien las complementa. Claro es que se necesita la disposición de un sujeto social y jurídicamente maduro o al menos en la aptitud de lograr esa madures social. Pero el tiempo que tome ese proceso no equivale a la perdida del ser o su identidad. Se ha observado que en algunos sujetos la experiencia con diferentes contextos les dota de la capacidad para articular cierto“code switching” o alternancia de identidades latentes y alternativas que lo hacen más apto para lidiar con lo traumático de los cambios que operan en su aquí y ahora y con las necesidades que impone el nuevo contexto histórico y social. Recalco, tanto el país de procedencia como la convivencia en el gueto constituyen parte de esa memoria histórica del sujeto.

En ese sentido exterminar los guetos en cualquier parte del mundo, asumiendo que una gran parte de estos está formada por inmigrantes, sería equivalente a erradicar toda materialización monumental o arquitectónica de la memoria histórica que da noticias al sujeto del por qué está en ese nuevo contexto. Por correlación equivaldría a dar paso a la “gentrificación” o aburguesamiento de áreas que sirven como opción de vida a sectores que si bien por una parte son marginales, por otra, no se debe olvidar que su marginalidad es el resultado de la marginación programática por parte de los sectores dominantes, la empresa privada, la mala planificación gubernamental de las zonas urbana y la imposibilidad económica que desplazarse a otras áreas.

Finalmente la propuesta de Lopez Nieves sobre el extermino de los guetos, más allá de la amnésica apariencia del desconocimiento de la historia de los guetos judíos en Alemania, Polonia y otras partes del mundo, la de los guetos marroquíes en España y Francia, la de los dominicanos en Holanda o los nuyorricans en los de Nueva York tiene la apariencia de una propuesta por erradicar cualquier noticia de identidades diversas en cualquier parte del mundo y la posibilidad de estos ser agentes de cambio y productores de nuevos valores literarios, artísticos y en general culturales. Si en Estados Unidos sólo hay puertorriqueños que se despuertorriqueñizan y los que estan locos por despuestorriqueñizarse, por si quedara la posibilidad de algún otro tipo, la solucion perfecta la tiene nuestro gran escritor nacional. Según Lopez Nieves:

Mientras tanto, hay un grupo de escritores que se ha inventado la abominación que llaman "literatura en espanglish". Esa literatura, en mi opinión, nació muerta y sin futuro. He visto en ella dos grandes tendencias: la nostalgia y la glorificación del gueto. La nostalgia me aburre.

Y yo sólo tengo tres preguntas: ¿no les parece nostálgico el purismo lingüístico de nuestro escritor? ¿Acaso no se glorifica él cuando dice que: tendría que ser muy inmodesto para decir, por ejemplo, que no recuerdo haber leído una obra similar a Seva, pero es posible que exista y yo no la conozca? Y finalmente ¿no les parece aburrido?

4 comentarios:

The Trade dijo...

sabrá él que babilla en posta esta en especial en Supermax, 89 centavos libra, con la compra de mas de diez libras o más se pica para carne guisada o bistec machacado, sin cargo adicional

wow eso de que "hay dos tipos de puertorriqueños..." los argumentos que comienzan con aritmética hay que tratarlos con cuidado

Jorge David Capiello-Ortiz dijo...

habría que ver si esos dos tipos de puertorriqueños se despuertorriqueñizaron antes de salir del gueto porque posiblemente en la salida del gueto dejarian de ser lo que ya no son y en ese sentido sería como la suma de un positivo y un negativo a igual distancia del cero, o que tal si salieron de un gueto en PR para otro en otra parte, ¿sería como negativo y negativo o positivo y positivo? realmente yo tampoco "NO SÉ"... Hubiera preferido que la entrevista fuera sobre carne mechada por libras...

Kristina I. Medina-Vilariño dijo...

puse la respuesta en mi blog y en mi facebook. espere q pasara el enfado y tarde pero seguro la escribi.

sauldadá dijo...

yo creo hay una pre meditada conciencia mediatica en la barbaridad de lopez nieves ya lo dijo quie lo dijo. "if you get a lot of hatters yo now you made it big.".