miércoles, 12 de diciembre de 2012

LIBROS ELECTRÓNICOS: PONDERAR EL ANAQUEL





Siempre he estado en contra de los libros electrónicos. El mercado del libro electrónico va dirigido al soporte y no al consumo activo y critico del libro. De manera que si teníamos bibliotecas de libros jamás leídos y que funcionaban como marcadores de status, ahora tenemos bibliotecas electrónicas donde lo más importante es el anaquel. El mayor problema que esto presenta, es el hecho de que a nadie se le exige actualizar libros porque los anaqueles estén viejos. No así con los libros electrónicos donde el mercado real está en venderte el anaquel. Por tanto, en el mercado del libro electrónico no es necesario que el anaquel o soporte envejezca; con cambiarlo basta para que todos los libros queden obsoletos. Se había visto antes semejante cosa, libros que envejezcan en favor de los anaqueles. Tamaña estupidez sólo puede ser factible para quienes son marionetas del mercado y no quienes contemplan en el libro la posibilidad de una experiencia cultural y estética multimediática.

Los argumentos de la comodidad y el espacio sólo apuntan a una cuestión de acumulación, mientras que esto no es un problema para el lector con maduros y formados criterios de lectura. El lector formado no busca la acumulación sino la calidad. De hecho, como he dicho antes, mientras más crítico se vuelve un lector, menos libros parecen ser necesarios en su biblioteca. Y no hablemos de las políticas de uso de los soportes. ¡Jah! Que venga alguien a decirme lo que puedo o no hacer con mis libros. Sin darse cuenta, en favor de la tecnología, la gente está, incluso, renunciando a derechos que antes se entendían clara y prescriptivamente dirimidos sobre la propiedad privada. Lo irónico es que mientras el Estado busca privatizar los servicios básicos al pueblo, las grandes empresas intentan liberalizar aspectos de la propiedad privada. La simple aceptación de las políticas de uso de estos soportes electrónicos hacen del libro una propiedad "cuasi privada" donde el no cumplir con las mismas te puede privar del uso y disposición de un bien por el cual ya pagaste. Veo mucha ingenuidad y optimismo sobre este tema. Y lo peor es que quienes están haciendo el ejercicio de estudiar el campo son más los grandes intereses y las editoriales a quienes le alimentan el ojo con promesas de mercado que los mismos consumidores.

Ya veremos a nuestros grandes intelectuales y a la universidad tecnocrática fomentando la investigación en libros electrónicos, con soportes digitales y educación a larga distancia. Apocalíptico, quizás, pero no olvido que de un libro aprendí que el Caballo de Troya entró a la cuidad por la Puerta de enfrente y todos aplaudían.

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