viernes, 4 de mayo de 2012

Ralston Purina y National Packing: Su presencia en la economía y exonumia de Puerto Rico ©

Exonumia se considera todo artículo coleccionable fuera de la numismática por no ser propiamente considerado como una moneda o papel moneda. Entre estos artículos se encuentran las medallas, los vales de papel y hasta las placas de obreros de centrales y compañías que en algún momento fueron utilizadas como token o, el número que estas mostraban, como especie de tarjeta de crédito a la cual cargar el costo de bienes y servicios provistos por la misma central o compañía. En lo más reciente, por extensión, se han añadido las placas de propiedad de antiguas compañías a la lista de objetos coleccionables dentro de esta categoría de exonumia luego de que las placas de obrero fueran sustituidas por tarjetas de plástico. Esta es la relación de cómo este servidor diera con la más reciente aportación a la exonumia puertorriqueña: Las Placas de la Ralston Purina / Natinal Packing de Puerto Rico. (Para ver otras placas visite Neocollect)


Ralston Purina y National Packing:
Su presencia en la economía y exonumia
de Puerto Rico.©

A la memoria del “Boricua”, Don Erol Díaz Maldonado,
quien me hizo numismático a la edad de los 15 años.
Q.D.E.P.


I. Muelle de Ponce

En el libro Apuntes para una historia breve de Puerto Rico, José Manuel García Leduc, comenta que, “en la isla existe una industria procesadora y enlatadora de atún (“tuna fish”) desde los años de 1950 que en su mejor momento contó con seis plantas en los puertos de Mayagüez y Ponce”.1  Según el libro Apuntes numismáticos de Ponce, de Don Erol Díaz Maldonado, tanto el Muelle de Ponce como el de Mayagüez, junto a los de Fajardo, Cabo Rojo y Aguadilla fueron habilitados por ordenanza real, el 28 de noviembre de 1811, comenzando así “la operación estructurada y organizada del Muelle de Ponce”.2  Comenta Díaz que, ya para finales del siglo XIX, alrededor del 50% del producto agrícola de la Isla partía de nuestro muelle para diferentes ciudades de Europa y América. Para dar una idea, solamente de Ponce, podemos señalar haciendas como Buena Vista, Anón, Carmelita, Jurutungo, Discordia, Loetitía y Restaurada, y centrales como Mercedita, Constancia y Fortuna. Si a esto añadimos productos que provenían de Peñuelas, Adjuntas, Lares, Yauco, Jayuya, Ciales, Orocovis, Villalba y Juana Díaz, pudiéramos decir que, básicamente, toda actividad económica que se movía entre la Central Aguirre pasando por Mercedita hasta la Central de Guánica tenía a Ponce como puerto y punto de partida hacia el resto del mundo. Todavía hoy se pueden observar en el Malecón y el Sector La Playa, las vías de la American Railroad Co. que iban desde Central Aguirre en Salinas hasta la Central de Guánica.

Para 1910, Ponce recibe del gobierno federal la franquicia de su muelle para ser administrado comercialmente y, para mayo de 1914, son inauguradas sus nuevas facilidades.3  A partir de entonces, El Muelle de Ponce no sólo fue importante exportador de productos, sino que, junto al Puerto de Mayagüez, fueron durante la década del 50 los dos puertos que recibieron los innumerables barcos de lo que hoy pudiéramos llamar, dentro de nuestro desarrollo económico, el “boom” de las grandes atuneras.

II. Las grandes atuneras

La llegada durante los 50’s de las atuneras a Puerto Rico en gran medida se debe a la guerra por el mercado entre los barcos atuneros del triángulo conocido como ETP (Easter Tropical Pacific: San Francisco, Hawaii y Perú) y los barcos atuneros de Japón y el resto de Asia. Estos últimos, podían fijar un precio mucho más bajo para su producto en los Estados Unidos que el de los propios atuneros americanos. Tal situación (conocida como “dumping”) obliga a los pescadores del ETP a implantar un sistema de pesca mediante enormes redes de acero (desarrollado en los 50s por pescadores de San Diego) que aseguraban un mayor volumen de pesca pero que, a su vez, afectaban seriamente la población de delfines del área. Ya para los 60’s, grupos ambientalistas toman acción sobre la situación de las masivas matanzas de delfines por causas asociadas a las nuevas técnicas de pesca. Muchos de estos barcos pesqueros se vieron forzados a renacionalizarse bajo bandera extranjera, moviéndose la gran mayoría para Asia, donde la reglamentación no fuese tan estricta. En otros casos, las grandes atuneras optaron por moverse a lugares donde los costos de producción como procesamiento y enlatado fueran más económicos. Es así como Puerto Rico y otros países en desarrollo acogen las tres grandes plantas americanas procesadoras de atún, mejor conocidas como: “The BIG 3” (Chicken of the Sea de Ralston Purina; Star Kist de la Heinz; Bumble Bee de Pillsbury)4  y la japonesa Caribe Tuna de la Mitsubishi.5

La lucha ambiental de los 60’s por parte de una fracción de la industria atunera, junto a una fuerte legislación por parte del Estado, hizo mandatoria en los Estados Unidos la erradicación de las matanzas de delfines relacionadas a las técnicas de pesca asociadas a la industria del atún. Así, para el 1972, se aprueba el “Marine Mammal Protection Act” (MMPA: Acta para la Protección de Mamíferos Marinos), lo que hará tambalear la industria por los próximos años. No obstante, el congreso de los Estados Unidos aprobaría para el 1976 una enmienda a la Ley de Contribución sobre Ingreso que eximía del pago contributivo federal toda ganancia generada localmente por industrias de capital norteamericano. Dicha enmienda fue lo que conocimos como la “Sección 936” del Código de Rentas Internas.

Para los 70’s, las dos mayores inversiones de capital norteamericano en la isla lo eran la industria petroquímica y la industria atunera. Aún así, Puerto Rico enfrentaba una grave crisis económica como consecuencia de un reordenamiento económico a nivel mundial. El control en la producción de petróleo por parte de los países productores del crudo provoca un alza en el precio del barril y esto ocasiona el desplome de la industria petroquímica local. Ahora bien, si por una parte se desmorona el Puerto Rico de la etapa económica del auge de las petroquímicas, por otra, las “936” lograban hacer de la isla (junto a Samoa Americana), el paraíso de sus atuneras en suelo de sus posesiones de ultramar. Para que tengamos una idea, todavía para 1998, la Heinz, propietaria de la Star Kist Tuna de Mayagüez, operaba la mayor enlatadora de atún en el mundo, con 4,600 empleados.6

III. National Packing CO., Vam Camp Seafood Co. y Ralston Purina CO.

Según el Sr. José Green Marrero, vecino del sector La Playa de Ponce que trabajó por 21 años para la National Packing, dicha compañía comenzó a operar en el Muelle de Ponce para el 1953.7

Ahora bien, uno de los grandes problemas que encontrará el investigador, lo es el hecho de los múltiples cambios que sufren los nombres de las compañías. Esto, ya sea para evadir impuestos, bien sea por ser vendidas algunas de sus divisiones a otras compañías de procesamiento de pescado, por la unión de múltiples divisiones que realicen labores conexas al proceso de producción, enlatado y distribución de productos o, simplemente, por el hecho de querer distinguir la producción y manufactura a la que se especializaban. Por ejemplo, cuando leemos el libro Globalization and the Evolving World Society, nos dice que: “In November of 1988 Ralston Purina sold its Van Kamp Chicken of the Sea division to Mantrust of Indonesia”.8  Por otra parte, durante los 90’s, Tri-Union Seafood cambió el nombre de Van Camp Seafood Co. (originalmente de la Ralston Purina) al de su producto Chicken of the Sea International para evitar confusiones con la Van de Kamp’s Inc. localizada en Saint Louis,9  mejor conocida por procesamiento de cerdo y habichuelas pero que también manufacturaba productos congelados a base de pescado. 

En el caso de Puerto Rico, cuando leemos algunas de las demandas radicadas contra la Van Camp Seafood Co. y/o la Natinal Packing Co., podemos encontrar variaciones como: “Van Camp Seafood Co.”, “National Packing Co.” y “VCS National Packing Co.” (donde las siglas “VCS” refieren a Van Camp Seafood).10  En la demanda 959 F. 2d 1149 - Riofrío Anda vs. Ralston Purina Co., muy probablemente para evitar omisiones, el demandante Luis Riofrío Anda simplemente demanda las tres compañías: Ralston Purina Co., Van Camp Seafood Company, Inc. y National Packing Co. Igualmente, cuando revisamos algunas de las resoluciones de la Asamblea Municipal del Gobierno Municipal Autónomo de Ponce, encontramos que, tanto la Resolución Núm. 50 / Serie de 1994-95, así como la Resolución Núm. 80 / Serie de 1994-95, hacen referencia a la venta de “propiedad excedente del Puerto de Ponce que se encuentra depositada en el antiguo edificio de la compañía National Packing”. Sin embargo, cuando revisamos la Resolución Núm. 1 / Serie de 1992-93, “Para aprobar y ratificar acuerdo entre VCS National Packing Company y la Junta del Puerto de Ponce, mediante el cual se cancela el arrendamiento de la propiedad efectivo al 15 de noviembre de 1991 y se traspasa el dominio sobre los inmuebles a favor del Municipio de Ponce”, vemos que las siglas “VCS” son añadidas al nombre.

El problema, aunque parcialmente, parece encontrar una solución cuando preguntamos al Sr. José Green Marrero11 sobre este detalle. El Sr. Green asegura que tanto la Van Camp Sea Food Co. (procesadora) como la National Packing Co. (enlatadora) pertenecían a la Ralston Purina y que incluso, en momentos en que el trabajo lo ameritaba o se veían en la necesidad de compensar horas de trabajo, podían realizar labores indistintamente tanto para una compañía como para la otra.

En la División de Corporaciones Sección de Archivo del Departamento de Estado pudimos constatar que cada una de estas compañías tiene su propio número de registro. Así sabemos que el número de registro corporativo 3410 corresponde a la National Packing, que el 6969 corresponde a la Ralston Purina y que el 6982 corresponde a la Van Camp Seafood. Una vez dicho esto, la primera conclusión a la que podemos llegar, debido a la diferencia entre los números de registro corporativo, es que la National Packing ya operaba en Puerto Rico al momento en que fue adquirida por la Ralston Purina.

IV. Las Placas de la R. P. CO.: Ralston Purina Company / National Packing

El problema de los nombres persiste cuando pasamos al aspecto de la exonumia. Las placas de la Ralston Purina Co. que aquí presentamos, hoy 12 de abril de 2012, ante la Sociedad Numismática de Puerto Rico, hacen un total de 3012  piezas en latón que se dividen en dos estilos:13  25 placas rectangulares de 1, 2/16” x 2” con esquinas redondeadas y, 5 placas de 1, 2/16” x 2, 5/32” con acabado en semicírculos en los extremos más distante (a las 3 y a las 9). Ambas placas tienen un grosor de 1mm y presentan perforaciones a las 3 y a las 9. En la mitad superior se lee la leyenda “R. P. CO.” mientras que, en la mitad inferior, se lee una numeración de seis dígitos que varía de placa en placa, excepto por una de las placas conservadas que consta de sólo cinco (R.P. CO. 76515).

Ahora bien, el problema de los nombres, con respecto a las placas, consiste en que la leyenda R. P. CO. corresponde a Ralston Purina Co. pero las mismas fueron halladas en el almacén correspondiente a la National Packing. Fue el Sr. Domingo Capiello Colón (padre de este servidor) quien, en el 1992, encontró las piezas durante el proceso de mudanza de la Ronin Shipbuilding (antiguamente ubicada en la Planta Puerto Rico Olefins, Carretera 127 Km 19.2, Tallaboa; Penuelas) a las facilidades de la National Packing (Ave. Santiago de los Caballeros No. 3, Puerto de Ponce, Ponce).14  Algunas hipótesis a las que podemos llegar son las siguientes: 1) Que una vez Ralston Purina Co. es dueña de la National Packing Co.,15  ésta utilizara sus placas para ambas compañías. 2) Que una vez terminadas las operaciones de la Ralston Purina Co., tanto la Asamblea Municipal del Municipio de Ponce, como la Junta Administrativa del Puerto de Ponce, utilizaran el antiguo edificio de la compañía National Packing16 como almacén para “propiedad excedente del Puerto de Ponce que se encuentra depositada en el antiguo edificio de la compañía National Packing”, según lee el encabezado de las resoluciones antes mencionadas (Resolución Núm. 50 y 80 / Serie de 1994-95).

En lo personal, nos inclinamos por la segunda. El numismático investigador llegará a sus conclusiones.

V. Números de las 30 placas conservadas de la Ralston Purina Co.
A. Estilo- 25 placas rectangulares de 1, 2/16” x 2” con esquinas redondeadas.

R.P. CO. 76515 R.P. CO. 160525
R.P. CO. 124124 R.P. CO. 167864
R.P. CO. 124125 R.P. CO. 169372
R.P. CO. 124127 R.P. CO. 169391
R.P. CO. 124128 R.P. CO. 169398

R.P. CO. 124130 R.P. CO. 169461
R.P. CO. 124131 R.P. CO. 179288
R.P. CO. 124132 R.P. CO. 222459
R.P. CO. 124741 R.P. CO. 222470
R.P. CO. 125013 R.P. CO. 222490

R.P. CO. 125022
R.P. CO. 125106
R.P. CO. 160424
R.P. CO. 160454
R.P. CO. 160519

B. Estilo- 5 placas de 1, 2/16” x 2, 5/32” acabado en semicírculos a las 3 y 9.

R.P. CO. 253957
R.P. CO. 271197
R.P. CO. 271238
R.P. CO. 288620
R.P. CO. 288621
VI. Fotos y Anejos (Pulse sobre la imagen para agrandar la foto)

Foto I

Foto II

 Anejo I

 Anejo II

  Anejo III



1 García Leduc, José M. Apuntes para una historia breve de Puerto Rico (quinta edición). Editorial Isla Negra: San Juan / Puerto Rico, 2007, pág. 28.
Díaz Maldonado, Erol. Apuntes numismáticos de Ponce. Editorial Surco y Semilla: Ponce / Puerto Rico, 2003, pág. 41.
3 Idem.
4 Bonanno, Alessandro y Douglas Constance. Global Agri-Food Sector and the Case of the Tuna Industry: Global Regulation and Perspectives for Development, en: Globalization and the Evolving World Society (Proshanta Nandi y Shahid Shahidullah, eds.), Brill: Boston, 1998, pág. 108.
5 Op. Cit. pág. 117.
6 Idem.
7 Entrevista realizada al Sr. José Green Marrero, el jueves 22 de marzo de 2012, en el Colmado Fernández Pick and Pay (Propietario: Florencio Fernández Vadiño), ubicado en el No. 822 de la Ave. Hostos, La Playa, Ponce.
Op. Cit. pág. 112. Las negritas son nuestras.
9 “Tri-Union Seafoods LLC by that time was a conglomeration of several companies located throughout the world. […] Tri-Union Seafoods changed the name of Van Camp Seafood Co. Inc. to Chicken of the Sea International, adopting its brand name for the company, to help avoid confusion with Van de Kamp’s Inc., located in St. Louis, best-known for their pork and beans, but who also manufactured a line of frozen breaded fish sticks”. Tomado de Funding Universe, en: http://www.fundinguniverse.com/company-histories/Chicken-of-the-Sea-International-Company-History.html
10 Ver las demandas 959 F. 2d 1149 - Riofrío Anda vs. Ralston Purina Co., en: http://openjurist.org/959/f2d/1149/riofrio-anda-v-ralston-purina-co-riofrio-anda 
y: 953 F. 2d 1 - Congreso De Uniones Industriales De Puerto Rico vs. VCS National Packing, en: http://openjurist.org/953/f2d/1/congreso-de-uniones-industriales-de-puerto-rico-v-vcs-national-packing-company-inc
11 Ver nota al calce número 7.
12 Ver Foto Núm. 1, pág. 17.
13 Ver Foto Núm. 2, pág. 18.
14 Ver Anejo 1, pág. 19.
15 Ver Anejo 2 y 3, págs. 20 y 21.
16 La VCS National Packing cierra definitivamente su planta el 29 de junio de 1990.



lunes, 20 de febrero de 2012

Reseña de: MI SAL de J.D. Capiello-Ortiz

Comentario a MI SAL de Jorge David Capiello-Ortiz
Por: Alejandro Carpio y Carmen Dolores Hernández Badillo. El Nuevo Día, Domingo 19 de febrero de 2012.


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viernes, 18 de noviembre de 2011

RAPUNZEL



Erase una vez que en las tardes paseaba el príncipe cercano de una torre cuando, cautivo por una dulce melodía, en la ventana se asomaba una joven que cantaba, "sube por mis trenzas / aunque sudes y resuelles / podrán parecerte tersas / pero halan más que yunta 'e bueyes".

Rapunzel.

viernes, 11 de noviembre de 2011

LATINOAMÉRICA - CALLE 13




Sencillamente sin palabras... siempre he tenido un detector de arte que no falla: UN NUDO EN LA GARGANTA.

jueves, 13 de octubre de 2011

DESDE EL PARKING


Publicado en CEIBA (Revista de la Universidad de Puerto Rico en Ponce) Año 10, Núm. 1 (Segunda Época) Agosto 2010 - Mayo 2011, págs. 84-97.

Desde el Parking: una vista panorámica de Ponce y su importancia en las letras puertorriqueñas actuales.

A Pedro Pietri, in memoriam.

Por Jorge David Capiello-Ortiz1

I. Ponce es Ponce

Durante algún tiempo de mi temprana adolescencia dediqué algunos años a coleccionar monedas de acuñación local. Nombres o denominaciones como token, fanega, almudes, riles (transformación del vocablo reales), moneda provincial y macuquina fueron haciéndose comunes en el vocabulario de un numismático en ciernes. Así finalmente aparecía una palabra muy en boca de todo ponceño y de la que el sólo hecho de ser mentada es signo inequívoco e irrefutable de ponceñidad. Me refiero a la palabra ficha. Quienes hayan pasado por la experiencia de pagar algún menudeo como cambio fuera de Ponce sabrá de lo que hablamos.

El término llega hasta nuestros días como resultado de la prolífica actividad económica de finales de siglo XIX y fue utilizado como generalización para nombrar una pieza de cambio comúnmente acuñada en metal y sin valor facial. En sí, no se trataba de una moneda sino de un tipo de token al que se le asignaba un valor para señalar el crédito o los tantos adquiridos como parte de un servicio o trabajo. Considerando que haciendas como La Carmelita, Mercedita, El Semil, Constancia, Buena Vista, Cortada y La Esperanza (y toda la actividad económica que iba desde la Central Aguirre, pasando por Mercedita y Cambalache hasta la Central de Guánica) tenían como foco mercantil el muelle de Ponce, érase de esperar que la palabra sobreviviera el paso de los años.

Ahora bien, ¿qué tiene de pertinente todo esto respecto a la invitación de Cieba para que escribiera sobre los escritores ponceños de esta última década? La contestación reside en el hecho de que hablar de la importancia de Ponce en cualquier renglón de la vida isleña (incluida su literatura), al igual que decir ficha, no es sino una de las tantas maneras en las que para un ponceño, ¡Ponce es Ponce!

Por otra parte, entender el desarrollo cultural, artístico y literario de la llamada Ciudad Señorial conlleva aceptar que el mismo ha estado estrechamente ligado al ámbito económico. Como resultado del incremento en el precio de la caña de azúcar, a mediados del siglo XIX, no sólo es inaugurado el Teatro La Perla (1862), segundo de mayor escala en Puerto Rico, sino que también aparece el primer banco nativo de la Isla, el Banco de Crédito y Ahorro Ponceño. Ponce tendría una vida cultural y económica tal que le permitiría acercarse a las grandes ciudades del mundo, y lo demuestra con alardes cuando en el 1882 celebra lo que hoy se conoce como La Feria Exposición de Ponce. Dicha exposición se da dentro del ámbito de lo que para la Europa del momento representó la Belle Époque y que estuvo marcada por una serie de ferias en donde los países de mayor progreso mostraban al mundo sus adelantos técnicos, artísticos y culturales. Algunas de estas exposiciones lo fueron The Great Exhibition of the Works of Industry of all Nations (o Gran Exhibición de Inglaterra, 1851), La Exhibición de París en el Palais d’Índustrie (1855) y La Exposición Universal de París (1878), dedicada a la agricultura, artes e industria.

Dicho todo lo anterior, entender a Ponce como una ciudad de vanguardia tanto industrial como cultural, no sólo en el marco local sino caribeño, no le parecerá difícil al lector. La multiplicidad de estilos arquitectónicos que aún hoy se observa es sólo una pequeña muestra del intercambio cultural que se establecía desde Ponce con el resto del mundo. De igual manera, tanto nuestra literatura como sus múltiples temas y maneras de representar nuestro devenir como sociedad así lo evidencian. Algunos de los nombres de escritores que engalanan nuestro catálogo lo son: Federico Degetau (1862-1914), Washington Lloréns (1899-1989), César Andreu Iglesias (1915-1976), Iris M. Zavala (1936), Rosario Ferré (1938), Carmen Lugo Filippi (1940), Pedro Pietri (1944-2004), Magaly Quiñones (1945) y Elizám Escobar (1948

Dado que lo que nos ocupa es la importancia de los recientes escritores de La Perla del Sur en la literatura puertorriqueña, no iré al detalle con cada uno de los antes mencionados. Aún así, antes de pasar a los escritores más recientes, cabe destacar algunos aspectos sobre tres figuras específicas que, al menos, constituyen instancias literarias pocas veces consideradas en nuestras letras.

II. Revis(it)ando Ponce: Washington Lloréns, Rosario Ferré y Pedro Pietri

Washington Lloréns2

En su última visita a la isla, durante el Festival de la Palabra 2010, el escritor peruano Alfredo Bryce Echenique dictó una conferencia magistral dedicada al tema del humor en las letras universales. Éste señaló que, la ausencia o poca atención dada a la literatura de tono humorístico en Hispanoamérica, se debía en gran medida al tratamiento casi exclusivo, por parte de nuestros escritores y de la crítica literaria, de un nacionalismo solipsista y angustiado. De esta manera, abordar el periodo fundacional, y posterior desarrollo de nuestras letras como literaturas nacionales (así como su prolongación prácticamente hasta la década del 60 en el caso de Puerto Rico), no sólo conlleva atender su necesaria función dentro de un contexto histórico postcolonial, sino aceptar el adverso efecto de haber reducido los registros discursivos propios a la maduración de una conciencia nacional y literaria.

En ese sentido, una figura como la de Washington Lloréns, resulta enigmática. En palabras del escritor y ex Juez Superior del Distrito de Ponce, Ramón A. Gadea Picó,

Washington Lloréns es hoy nuestro más ático y perfecto humorista. […] El va por la vida del brazo del humor –sí, señores, seriote y adusto como parece, con su pipa de Sherlock Holmes literario– quizá, como dijo W. Fernández Flores, en su discurso de recepción de la Academia Española, en 1945, “su humor se coge del brazo de su vida” para acompañarlo siempre. A mi modo de ver, el “humor” […] de Washington Lloréns es uno de sus más preciados tributos. (sic)3

Su obra en general es reflejo de ese carácter jovial y de su interés por el humor como motivo literario. Incluso, el 13 de junio de 1958, dicta una conferencia en el Instituto de Cultura Puertorriqueña completamente dedicada al tema y que luego fue publicada bajo el título, El humorismo, el epigrama y la sátira en la literatura puertorriqueña.4 En ésta, Lloréns recoge una muestra de cuarenta y nueve escritores en verso y prosa de tenor humorista y satírico. Además, deja como documento una lista por pueblos con un total de 104 periódicos y revistas de tono satírico, humorista o festivo.5 Sin duda, títulos como Catorce pecados de humor y una vida descabellada (1959), y Diez pecados de humor (1977) dejan, según Josefina Rivera de Álvarez, una:

dirección [que] viene a desembocar con frecuencia en el decir ingenioso tocado de buen humor, rasgo éste de su manera de escribir que se da con manifestación más densa, amparado en la sustancia temática misma y por ella realzado. […] literatura expresiva de buen humor e intención crítico-burlesca o irónica, apreciable a través de buena parte de la obra total.6

Es decir que, no sólo deja un registro o documento sobre la riqueza de nuestras letras puertorriqueñas respecto del humor, sino que, su obra misma enriquece una instancia de nuestro acervo literario muchas veces ignorada por el canon. No conforme con esto, es Washington Lloréns quien, con La rebelión de los átomos (1960), inicia en Puerto Rico la narrativa de ciencia ficción, otro de los tantos registros dejados de lado por la crítica. Rivera de Álvarez dirá que se trata de “una cuentística de asunto científico, saturada del dramatismo que se desprende de la vida en la era del átomo, terreno en el que corresponde a Lloréns el mérito de ser iniciador en nuestras letras”;7 terreno que, habría que añadir, permaneció sin cultivarse por casi 35 años hasta la aparición de las Historias tremendas e Historia atroces de Pedro Cabiya. Actualmente, La incertidumbre del ser8 (la investigación más completa sobre la obra de éste último) pertenece a una también ponceña, Cynthia Morales Boscio, pero lamentablemente no menciona ni establece ningún tipo de relación entre Cabiya y Lloréns. Aún así, merece destacarse que, dentro de nuestra literatura, nadie como Washington Lloréns había aportado un corpus literario, indistintamente del genero, cuya unidad tonal y estilística fuera el humor; ni uno que diera atención a la ciencia ficción como capital temático-literario.

Rosario Ferré9

Otra figura emblemática para la literatura de origen ponceño, lo es Rosario Ferre. No se puede hablar de un nuevo canon literario boricua sin que su nombre salte a la consideración tanto del lector como del estudioso de nuestras letras.

Referirnos a un nuevo canon trae consigo una serie de discusiones que por el momento no son del interés que nos mueve. Aún así, algo mínimo habría que hablar dado que, como se mencionara antes, ha sido primordialmente por causa de un nacionalismo cultural (que constituyó el núcleo duro de la producción literaria hasta los 70) que se da lo que hemos identificado como la reducción o empobrecimiento de los registros discursivos propios a la maduración de una conciencia en términos literarios.

Juan Gelpí, en su libro Literatura y paternalismo en Puerto Rico (2005), texto que se ha convertido en el corpus teórico más visitado por los estudiosos de la literatura puertorriqueña de la segunda mitad del siglo XX, plantea que:

Dos escritores de los últimos cincuenta años compendian la trayectoria del nacionalismo cultural: Antonio S. Pedreira y René Marquéz, quienes representan respectivamente la consolidación y la crisis de ese discurso. En el caso de Puerto Rico, el nacionalismo cultural se puede ver como manifestación de un discurso paternalista más abarcador que se origina en el siglo XIX, muy ligado a una clase social –la de los hacendados– y, en el campo letrado, a la figura de Salvador Brau.10

Esto nos deja una serie de relaciones y representaciones de la sociedad puertorriqueña en la que se asume una cartografía jerarquizada de “superiores” y “subordinados” y donde una clase social letrada, blanca y hacendada quedaba favorecida. Por lo demás, aquellos “subordinados”, que obviamente no pertenecían ni cabían dentro de las categorías antes expuestas, quedarían sometidos, venidos a menos; en fin, infantilizados. Al menos, así sería en principio. Con el tiempo, ese juego (dentro del cual la apuesta lleva implicada la dilución del sujeto subordinado), iba añadiendo a las categorías ya mencionadas (letrados, blancos y hacendados) una serie de requisitos entre los cuales ser hombre y reproducir el discurso del nacionalismo cultural serían parte fundamental de las reglas.

En ese sentido, con la aparición de obras como Papeles de Pandora (1979) y Maldito Amor (1987), aunque Ferré promueve una valoración no sexualizada, aporta no sólo la voz feminista más poderosa de nuestra narrativa, sino una voz que trastoca aquel orden representado por el nacionalismo cultural poniendo en evidencia que se trata, después de todo, de un orden patriarcal. Este giro discursivo cobra importancia, más que nada, porque cuestiona un orden que comenzará a ser repensado desde otros espacios. Si bien es cierto que, por una parte, es Ferré quien primero cuestiona la burguesía boricua desde la burguesía misma, no menos importante resulta el detalle de que lo haya hecho desde su posición de mujer. Los escritores setentistas (marco dentro del cual se encuadra su obra), más que la quejumbre pequeño-burguesa de una clase venida a menos, encontraban en el feminismo, la homosexualidad y la marginación social, otros discursos desde los cuales “ser” puertorriqueños sería tanto más real que la ficción de un pueblo, en palabras de Aurea María Sotomayor, “proveniente de la fantasía colectiva masculina”.11

Pedro Pietri12

En lo personal, hablar de Pedro Pietri, necesariamente impone dejar de lado por un momento las formalidades propias de la academia. Lo conocí en octubre del 2003 junto a Miguel Algarín, Jesús “Papoleto” Meléndez, Dylcia Pagán y Elizam Escobar (ex presos políticos los últimos dos). Si algo hay menos acertado que hablar de la NBA sin mencionar a Michael Jordan, es hablar de los poetas “nuyoricans” sin mencionar a “El Reverendo”, como se hacía llamar, Pedro Pietri. En la edición bilingüe de Puerto Rican Obituary, éste se presenta de la siguiente manera:

Born in Ponce, cuando el mundo was 55 years younger than it is today [1944]. Killed in Vietnam fighting for el wrong side. Helped america lose it’s primer war! Came back to life en el Puerto Rican Obituary, el first and ultimo poema I wrote after refusing to stay dead and muerto, also. Entered el teatro through el exit with el sign que decía “No Exit”, porque the poem nunca dice lo que dice, el poema always says what it doesn’t say, and that es un threat to National security, as being a Nuyorican expressing yourself in espanglish is a threat to los powers que be putting us down[…].13

Lo primero que habría que señalar es que, si la lucha contra un orden patriarcal rescataba para los setentistas las voces del feminismo, la homosexualidad, la prostitución y, en general, de la marginalidad social; para los “nuyoricans”, la lucha contra el rechazo y prejuicio sufridos por el boricua en Nueva York, rescataba en la figura de Pedro las voces de una diáspora convertida en clase obrera oprimida. Por otra parte, mientras la diáspora encuentra una voz de lucha contra la opresión y el prejuicio, el puertorriqueño de la Isla encuentra en Pedro una suerte de Calibán que acusa y maldice al opresor en su propia lengua. Escribir en inglés dejaba de ser un signo de pitiyanquismo para convertirse en denuncia. Así, cuando para el 1980 en su poema “A la mujer borinqueña”,14 Sandra María Esteves dice, “I speak two languages broken into each other / but my heart speaks the language of people / born in oppression”, lo que nos remite es un discurso cuyo referente encuentra origen en el Puerto Rican Obituary de Pedro Pietri.15

Otro aspecto importante, dentro de la valoración de su obra, es el hecho de que la poesía de Pietri estuvo siempre marcada por una preeminencia de la voz sobre la letra escrita. En sus palabras dirá que, “Al principio hablaba poesía; no la escribía”.16 Teatrero al fin, consciente del poder histriónico y preformativo de la voz, su poesía constituye el modelo a seguir para poetas performeros como José Raúl “Gallego” González, Guillermo Rebollo Gil, Urayoan Noel y muchos otros.

En cuanto al ámbito de lo social, en la poesía de Pedro, ese ejercicio poético, mayoritariamente público, y marcado por la oralidad, devolvía a las masas una gama de dinámicas sociales y posibilidades discursivas que las prácticas privadas de la lectura habían vuelto exclusivas de una clase social reducida. En ese sentido, el performance devolvía a la comunidad un ágora como núcleo generador de categorías identitarias y dinámicas de cohesión social, donde dilucidar asuntos socio-políticos de la comunidad en medio de su particular contexto histórico y cultural.17

III. Agrandar el Parking

La importancia de Ponce, o más bien de sus autores, para la literatura puertorriqueña de hoy queda evidenciada con la valoración de los escritores mencionados. Aún así, algo habría que hablar del panorama y de los actores más recientes.

Uno de los logros más recientes en el ámbito de la narrativa puertorriqueña, y que adquiere importancia internacional, lo ha sido la publicación de la novela Nuestra señora de la noche18 (finalista del Premio Primavera de Novela 2006 de Espasa Calpe) de Mayra Santos Febres. En la misma su autora rescata al personaje de Isabel “La Negra” Luberza Oppenheimer y nuevamente trae al mapa literario la Ciudad Señorial. Pero más allá de Ponce y su gente como motivo literario, el panorama actual sigue teniendo una participación activa de ponceños que, de igual manera, reafirman a la Perla del Sur como una meca de producción literaria y cultural para el resto de la Isla.

Entre algunas de esas figuras que han tenido una marcada participación en el panorama literario de la última década y media, se encuentran Julio César Pol19 quien, junto a este servidor, fuimos fundadores, así como director y subdirector, respectivamente, por espacio de ocho años de la Revista El Sótano 00931,20 con la que en el 2004 se le hizo frente a la queja de Julio Ortega por la supuesta falta de nuevos creadores y literatos en el país.

Cabe mencionar que dicha revista ha dejado en los últimos diez años una tirada de más de ocho números, dieciséis publicaciones editoriales de autor, tres proyectos editoriales (Revista El Sótano 00931, Sótano Editores y Ediciones Aventis), un congreso intergeneracional de poesía que reunió casi cien poetas (De Generaciones, 2003) e innumerables premiaciones a nivel nacional e internacional. Por otra parte, esta revista no sólo se muestra como la de mayor duración de la última década y media, sino como una de las de mayor proyección. Además de tener una amplia recepción en Estados Unidos, España, México, Chile y Santo Domingo, entre otros países, la misma cuenta con la participación de escritores tanto locales como internacionales. Una muestra de lo anterior lo es el reciente Número Antológico Internacional: República Dominicana / Puerto Rico (Edición Especial), que ganó el Premio Nacional de Antología 2010 del PEN Club bajo la dirección de la poeta Zuleika Pagán.

En cuanto a la literatura de temática homosexual o queer, es la figura de otro ponceño la que destaca en el panorama más actual. Ángel Antonio Ruiz Laboy21 es fundador y director del Colectivo Literario HomoerÓtica que, desde el 2009, agrupa a más de una treintena de escritores de verso y prosa de asunto gay. Sobre la valoración de su libro El tiempo de los escarabajos (2011), el Dr. Daniel Torres, profesor de Ohio University (Premio Nacional de Poesía del PEN Club de Puerto Rico 2009, entre otros reconocimientos), dirá lo siguiente:

Es ésta una poesía madura de un joven poeta, que nos en­trega en su segundo libro, un verso pulido y bien pensado con los ecos de Constantino Cavafis, César Vallejo, José Lezama Lima, Severo Sarduy, Víctor Fragoso, Alfredo Villanueva Co­llado y Manuel Ramos Otero. Pero Ángel Antonio los retoma y los supera a todos en su propia carne hecha verbo.22

Aún así, la mayor aportación de este poeta la encontramos en su primer libro, Anzuelos y carnadas (2009),23 publicación en formato de “libro objeto”. El texto en cuestión, consta de diecisiete tarjetas, sin numerar, tamaño 81/2” x 6” y totalmente independientes entregadas en un sobre. Esto plantea aspectos teóricos sobre la posición del autor y el oficio de la escritura. De estas tarjetas, catorce son poemas que, en cierto sentido, invitan a ser barajados restando total importancia al orden de los mismos. Así el juego invita al cuestionamiento del libro en cuanto unidad orgánica; cuando no, a cuestionar al ojo editorial que si bien en ocasiones funge como facilitador al momento de publicar, en otras, lo vuelve accidentado. Por otra parte, el poemario no es estrictamente de su autoría. Me explico: el libro lleva como firmantes los nombre de Ángel Antonio Ruiz y Xavier Valcárcel. Al no estar identificados los poemas con su correspondiente autor, el texto deja de ser un trabajo a dos voces para convertirse en uno a “cuatro manos” haciendo totalmente difusa la autoría de los mismos.

Estos planteamientos sobre el oficio de la escritura, a los que pudiéramos llamar metapoéticos por el carácter autoconsciente de esta poesía en tanto factura de arte, conforman una de las tendencias más marcadas de esta reciente camada de poetas ponceños. En el caso de Julio Cesar Pol, una evidente preferencia por el minimalismo en La luz necesaria24 (su primer libro) y en Edición Mínima25 (antología de microcuento y micropoesía dirigida por el autor) nos lleva a lo que Frederic Jameson, en Teoría de la postmodernidad,26 identificara como una desmonumentalización tanto de la obra como de la figura del autor. Por su parte, en Casquillos (2008)27 (segundo libro de poesía de este servidor), a ese minimalismo, además de un tono humorístico (en ocasiones cínico), se añadirá una tachadura al nombre del autor y a la palabra “poeta” en la portada y en la biografía. En palabras del catedrático Luis Felipe Díaz,

Consideran que hemos entrado en tiempos en los cuales los conceptos de trascendencia, sublimidad, monumentalidad e individualidad creadoras –tan importantes en la edificación de las estéticas y poéticas modernas–, se han desgastado y no merecen mayor atención. […] Frente a la revolución ideal proponen el hedonismo inmediato; prefieren el ornamento de lo kitsch y del pastiche frente a lo singular de lo memorable y el monumento.28

Precisamente otro ponceño, Federico Irizarry,29 resulta quien mejor ejemplifica todos los procedimientos antes expuestos. En su libro Kitsch (2006), haciendo uso de la estética aludida en el título de su libro, hace del ejercicio de la escritura uno de los gestos más inteligentes por diluir la aureola de grandeza que carga tanto la figura del poeta como la poesía misma. En este poemario, humor, antipoesía, cuestionamiento desenfadado del arte así como del oficio de poeta, coinciden alegremente con el ingenio, el colage y la intertextualidad desmonumentalizadora. En palabras del chileno Eduardo Asfura Insunza,

Federico Irizarry Natal ha (re)escrito su abecedario kitsch hurgando en las vidrieras de la posmodernidad y estableciendo un desenfadado diálogo con la reproducción en serie de los objetos de culto, la alteración de las categorías del arte y la desinstalación de lo canónico. Pero el alto vuelo de su poesía no debe llamar a engaño sobre la transmisión de una verdad revelada. El hablante de estos textos no codicia iluminación mayéutica alguna. Quizás apenas dar un desengañado puntapié al vaso de cicuta y permanecer cínicamente entero, pronunciándose desde la lucidez de un lenguaje de singular vitalidad y belleza.30

Para que tengamos una idea del tipo de poesía al que nos referimos, algunos ejemplos de ese ejercicio desmonumentalizador lo son los siguientes micropoemas; uno del Pol, uno de este servidor y un tercero de Federico Irizarry Natal.

Anteplagio

Para mi desgracia

los mejores pensadores

madrugan siempre

mis mejores pensamientos.

(Julio Cesar Pol, La luz necesaria, 39)


Ars(enal) de Casquillos

Todo arte forma parte de lo inútil.

Abraham Moles

Ni palabra exacta

ni pequeños dioses.

Si acaso, fulminantes de avatares

cuando no, casquillos sobre el suelo.

(J.D. Capiello, Casquillos, 37)


Ars

Entusiasmado

salí temprano en la mañana

a robarme el fuego de los dioses

pero regresé tarde y lento

fumándome un cigarrillo.

(Federico Irizarry, Kitsch, 23)

En cuanto a la más reciente narrativa producida por ponceños, tres son los escritores que merecen particular atención: Juan Lopez Bausá,31 Josué Montijo32 y Mario Santana.33 Es necesario mencionar que cada uno de estos autores cuenta, al momento, con tan sólo una publicación. Aún así, la aportación que suponen sus obras, y el interés generado por los mismos, les hace merecedores de algún comentario.

El caso de Juan López Bauzá sitúa en manos de un ponceño la reaparición de la narrativa fantástica de los últimos veinte años. Su cuento La sustituta aparece en un dossier dedicado a la nueva narrativa de Cuba y Puerto Rico publicado en el 1995 en la revista Postdata. Esto posiciona a López Bauza como precursor de un fenómeno literario que luego vería en la figura de Pedro Cabiya su máximo exponente con las publicaciones de Historias tremendas (1999) e Historias atroces (2003). Aún así, los distancia la inclinación de Cabiya por la ciencia ficción y la predilección de López Bauzá por los temas propiamente fantásticos. Habría que plantear, por consiguiente, el rol que juega la crítica literaria y problematizar la diligencia con la que asume el papel de documentar las más actuales tendencias. En ese sentido, la Dra. Rita De Maeseneer, en su ensayo El cuento puertorriqueño a finales de los noventa: sobre casas de locas en Marta Aponte Alsina y verdaderas historias en Luis López Nieves, pudiera resultar iluminador. A modo de una valoración sobre la obra de López Bauzá, esta última comenta que,

Juan López Bauzá (1966) es un cuentista muy influido por la veta fantástica. En "La entrada" de La sustituta y otros cuentos (1997), ya publicado en la antología Mal(h)ab(l)ar, se cuenta la historia de una mujer extraña que entra en un bar y abre un monedero que se lo traga todo como nuevo Moloc. Hombres, mujeres, mesas, tazas…, nada resiste a la atracción de este pequeño monedero en el que desaparecen todos como por arte de magia. En "Permutaciones para la defenestración trágica" diferentes historias aparentemente inconexas acaban relacionándose. La fuerza creadora del escritor se ilustra en una gran plasticidad y poeticidad.34

Por su parte, Josué Montijo y Mario Santana, retoman el oficio de la escritura desde distintos matices de registro realista. El primero, con una novela, El killer (2007); el segundo, con un volumen de cuentos, Secuestros de papel (2010). Con Montijo, aparece una novela a la que el autor describe como, “bastante chata al renunciar de las complejidades del lenguaje y construcción refinados, para tratar de plasmar un relato muy accesible a la experiencia de todos los que ‘jangueamos’ en las ciudades”. Revela Montijo, un interés por desaristocratizar o desmonumentalizar el lenguaje de su narrativa. En esto, nuestros escritores se acercan cada vez más, tanto en temática como en los usos del lenguaje, a los llamados escritores del realismo sucio. Así, el autor nos entrega una novela que, si bien algunos etiquetan con el calificativo de policial, otros, la verán como el victorioso inicio en Puerto Rico de lo que identifican como novela criminal.

Finalmente, es Mario Santana quien trae con sus Secuestros de papel, por partida doble, la figura del periodista experimentado que da el salto a la narrativa. Por partida o contrapartida doble, ya que Santana es el cuentista con más de veinte años de oficio periodístico que, en sus cuentos, nos entrega una colección que inicia con un periodista varado en Irak reflexionando sobre su abandonada vocación de escritor. Con Santana se enriquece una larga tradición de periodistas-literatos en la que Ponce aporta personalidades como Cesar Andreu Iglesias quien fuera fundador del semanario Claridad. Santiago Gamboa, ganador del prestigioso premio La otra orilla (2009) con su novela Necrópolis, al referirse a Secuestros de papel, comenta que, “Cualquiera de los cuentos de esta excelente colección de relatos es una prueba de solidez y autoridad: decir mucho, sugerir mundos remotos, pero con pocas palabras”.

Antes de cerrar esta sección, quisiera resaltar algunos aspectos que ya se muestran como importantes aportaciones de los escritores mencionados a nuestro acerbo literario.35 En primer lugar, rescatan el minimalismo que, si bien en Puerto Rico cuenta con exponentes como Los Noistas (vanguardia casi exclusivamente minimalista), Salvador Tío Montes de Oca, Gustavo Agrait, Arturo Gómez Costa, Julio César López, Jan Martínez o Salvador Villanueva, también es cierto que como estética había permanecido ignorada por el ojo de la crítica literaria. En segundo lugar, devuelven a las letras puertorriqueñas un registro discursivo de tono humorista en la forma de un cinismo tan lúdico como filosófico. Tercero, recuperan la antipoesía sin caer en pretensiones vanguardistas o ideologizantes para teorizar sobre el rol del poeta y la poesía desde una perspectiva ética sin dejar de lado el cuestionamiento estético. Y cuarto, hacen de la estética una poética de lo político; si se me permite, laicizada o desaristocratizada. En otras palabras (retomando aquel aspecto del nacionalismo cultural y paternalista de la oficialidad literaria), la mayor aportación de estos escritores consiste en haber superado no sólo el reduccionismo discursivo en que permaneció nuestra literatura canonizada; sino que superan a los setentistas al dejar atrás lo que algunos teóricos denuncian como un edipismo parricida, asumiendo su momento histórico, social y político desde la ingravidez, la ironía y el humor. Dirá Luis Felipe Díaz que,

Quizás estemos con estas construcciones literarias frente a noveles sujetos postedípicos, más capacitados para enfrentarse a la soledad y la incertidumbre, sin el imperativo de la gran familia y sin la autoritaria nación. […] Se diferencian, creo, estos nuevos escritores […] en no ser tan alarmistas, tan iracundos, tan apocalípticos, tan desenfrenados. Los noto más calmados, placidamente irónicos, heterogéneos, diversos, nada angustiados con las caídas de los metarrelatos nacionales y nada alarmados con las implosiones de nuestra ya tan desprestigiada modernidad.36

Ahora bien, si para el 2001, Díaz preveía con cierta reserva lo antes citado, ya, en su reciente ensayo titulado El discurso poético puertorriqueño en el umbral de fin de siglo, afirmará sin titubear que,

Lo vanguardista de los setenta queda museografiado por las nuevas sensibilidades postmodernas, contagiadas por una des-sublimación estética […] que se apodera de todos los lenguajes, de toda comunicación e información, incluida la del arte poética.37

IV. Desde el parking

Como podrá concluir el lector, hablar sobre la importancia de Ponce resulta, en gran medida, hablar de la importancia de su gente; en este caso, sus escritores. Retrotrayendo ese planteamiento a la exposición que se desarrollara al principio de este texto, verá también quien lee que, para una economía tanto material como intelectual, es necesario plantear un análisis de los factores de producción así como del producto que se obtiene de ellos. En ese sentido plantear una estabilidad económica, o (como diríamos en tiempos en que el concepto parece estar muy en boga) una economía cultural ponceña autosustentable, conlleva analizar los factores de producción cultural así como el producto que se obtiene o se espera obtener.

Mientras realizaba esta panorámica sobre la importancia de Ponce en la literatura puertorriqueña, uno de los aspectos que analizaba era la necesidad de plantear una interrogante. Esa es la interrogante sobre, ¿cuál es nuestra infraestructura cultural en la actualidad; cuál es la inversión? A no ser por quienes han suscrito su quehacer creativo y cultural al ámbito académico o docente ponceño, muchos de nuestros más destacados escritores se encuentran (y han encontrado ese reconocimiento) fuera de Ponce. Por otra parte, la situación de una huelga en el sistema UPR, única institución laica y pública de educación superior en todo el país (y por lo tanto, punta de lanza en las discusiones de vanguardia sobre la cultura), ha hecho evidente la necesidad de repensar la producción, distribución y consumo de nuestros bienes literarios más allá de la esfera académica o educativa. Decíamos antes que el desarrollo cultural, artístico y literario de la llamada Ciudad Señorial ha estado estrechamente ligado al ámbito económico. Aún así, hemos visto cómo consistentemente desaparecen nuestras librerías desde mucho antes de la crisis económica actual. Hoy Ponce cuenta con sólo una librería comercial (Palique); mientras que, en torno a la Avenida Ponce de León en Río Piedras, hay ocho en un radio de cuatro cuadras.

Más que nunca, en estos momentos tenemos que replantear el hecho de que una infraestructura cultural del pasado no puede suplantar la necesidad de restructuración en pro de unos procesos dinámicos de producción cultural. Evitar la indigencia intelectual y cultural implica sopesar, incluso, una relación necesariamente niveladora de lo que se muestra como una visión folklorista cada vez más generalizada de la cultura. Esta invitación de Ceiba es un buen comienzo; esperemos que sus ramas cobijen a muchos más. Bajo su acogedora sombra una Feria Exposición de Ponce sigue siendo una opción. Después de todo, Ponce es Ponce, aunque sus escritores lo contemplemos desde el Parking.

Notas

1. J.D. Capiello-Ortiz (Ponce, 10 de septiembre de 1974). Es profesor y director editorial de Ediciones Aventis. Obtuvo una Maestría en Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Minnesota. Sus libros son Comunión Antropoética (Ed. Isla Negra, 2006) y Casquillos (Ed. Aventis, 2008). Este último fue premiado por el PEN Club de Puerto Rico como uno de los mejores libros de poesía del 2008. También fue Mención de Honor del Certamen de Cuentos 2004 de El Nuevo Día. Fue miembro fundador y subdirector de la revista El Sótano 00931. Su trabajo ha sido publicado en antologías como Poesía de Puerto Rico - Cinco décadas (1950-2000) (Ed. El Perro y la Rana, Venezuela), Hostos Review (CUNY), Los Rostros de la Hidra (Ed. Isla Negra) y revistas como Calabash (NYU), Cupey (UMET), CUADRIVIUM (UPR) y Revista de Estudios Hispánicos (UPR, RP). Su blog es: http://aventispr.blogspot.com

2. Washington Lloréns fue químico farmacéutico graduado de la Universidad de Temple, Filadelfia. Fue director de la Revista Farmacéutica, editor de la revista Alma Latina (labor por la cual recibe un premio del Instituto de Literatura Puertorriqueña), miembro fundador de la Academia Puertorriqueña de la Lengua y correspondiente de la Real Academia Española, donde posteriormente fue designado como secretario de la Comisión de Lexicografía, director del Boletín de la Academia de Artes y Ciencias de Puerto Rico y Prensa y presidente del Instituto de Literatura Puertorriqueña. Su obra publicada comprende: Críticas Profanas (1936), Un intruso en el jardín de Academo (1957), El español de Puerto Rico y la decimoctava edición del Diccionario de la Real Academia Española (1957), Catorce pecados de humor y una vida descabellada (1959), Los grandes amores del poeta Luis Lloréns Torres (1959), El humorismo, el epigrama y la sátira en la literatura puertorriqueña (1960), La rebelión de los átomos (1960), Comentarios a Refranes, modismos, locuciones de Coversao en el Batey de Ernesto Juan Fonfrias (Club de la Prensa, 1956) (1962), Dos mujeres del Quijote: la mujer de Sancho, Maritornes (1964), El habla popular de Puerto Rico (1968), Transculturacion en Puerto Rico (1969) y Diez pecados de humor (1977).

3. Lloréns, Washington. La rebelión de los átomos. Canarias: Talleres Gráficos Escelicer S.A., 1960.

4. Lloréns, Washington. El humorismo, el epigrama y la sátira en la literatura puertorriqueña. Puerto Rico: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1960.

5. Op. Cit., págs. 50-52.

6. Rivera de Álvarez, Josefina. Diccionario de Literatura Puertorriqueña, Tomo 2/II. Puerto Rico: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1974, págs. 864 y 866.

7. Rivera de Álvarez, Josefina. Op. Cit., pág. 865.

8. Morales Boscio, Cynthia. La incertidumbre del ser: Lo fantástico y lo grotesco en la narrativa de Pedro Cabiya. Puerto Rico: Isla Negra Editores, 2009.

9. Rosario Ferré es hija del ex gobernador de Puerto Rico Don Luis A. Ferré. Novelista, cuentista, poeta, ensayista y crítica literaria. Fundó la revista Zona Carga y Descarga con la que comienza, propiamente dicho, el período de la literatura posmoderna en Puerto Rico. Algunas de sus publicaciones son: Papeles de Pandora (1976), Medio pollito (1977), La caja de cristal (1978), La muñeca menor (1979), Sitio a Eros (1980), Los cuentos de Juan Bobo (1981), La mona que le pisaron la cola (1981), Fábulas de la garza desangrada (1982), El acomodador: Una lectura fantástica de Felisberto Hernández (1986) Maldito amor (1987), Sonatinas (1989), El árbol y sus sombras (1989), La cucarachita Martina (1990), Las dos Venecias (1990), El coloquio de las perras (1990), Cortázar, el romántico en su observatorio (1990), Luis A Ferré: Memorias de Ponce (1992), La batalla de las vírgenes (1993), La casa de la laguna (1996), Vecindarios Excéntricos (1998) y El vuelo del cisne (2001).

10. Gelpí, Juan G. Literatura y paternalismo en Puerto Rico (2da ed.). Puerto Rico: EDUPR (Editorial de la Universidad de Puerto Rico), 2005, pág. 11-12.

11. Sotomayor, Aurea María. De lengua, razón y cuerpo: Nueve poetas contemporáneas puertorriqueñas. Puerto Rico: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1987, pág. 65.

12. Pedro Pietri estuvo afiliado al movimiento activista puertorriqueño pro derechos civiles conocido como “Young Lords”. Es epítome del movimiento literario identificado como “nuyoricans” y fundador junto a Miguel Algarín y Miguel Piñero del Nuyoricans Poets Café. Su obra ha sido traducida al francés, alemán, ruso, holandés, indostaní y español, entre otras lenguas. Entre sus publicaciones se encuentran Puerto Rican Obituary (1973, 1977-ICP), Invisible Poetry (1979), Traffic (1980), Plays (1982), Traffic Violations (1983), Rent-A-Coffin (1983) y The Masses are Asses (1984).

13. Pietri, Pedro. Puerto Rican Obituary / Obituario Puertorriqueño (2da ed.). Puerto Rico: Isla Negra Editores, 2006, contraportada.

14. Esteves, Sandra María. Yerba Buena, Poems and Drawings. Nueva York: The Green Field Review Press, 1981.

15. Obsérvese las similitudes entre los cierres de ambos poemas: I am a Puerto Rican woman born in el barrio / Our men… they call me negra because they love me / and in turn I teach them to be strong (A la mujer borinqueña, Sandra María Esteves, 1980); Aquí Qué Pasa Power is what’s happening / Aquí to be called negrito / means to be called LOVE (Puerto Rican Obituary, Pedro Pietri, 1969).

16. López-Adorno, Pedro. Papiros de Babel: Antología de la poesía puertorriqueña en Nueva York. Puerto Rico: EDUPR (Editorial de la Universidad de Puerto Rico), 1991, pág. 248.

17. Para un estudio detallado sobre la importancia de la oralidad como núcleo generador de categorías identitarias y dinámicas de cohesión social, vea el artículo Tambores humanos: oralidad, cuerpo y conocimiento. Poesía performativa y spoken word en el Caribe publicado por este servidor en CUADRIVIUM: Revista del Departamento de Español de la UPR en Humacao, Núm. 6, Año 10, Otoño 2007, págs. 89-104.

18. Santos-Febres, Mayra. Nuestra señora de la noche. España: Espasa Calpe, 2006.

19. Julio César Pol nació en agosto de 1976 en Ponce, Puerto Rico. Estudió una maestría en Economía en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Se encuentra realizando estudios doctorales en Economía en los Estados Unidos. Ha publicado cuento y poesía en revistas como El Sótano 00931 (PR, 2001), Encuentro (PR, 1997), Desde el límite (PR, 2002), Palabreiros (Brasil, 2004), Letras Salvajes (PR, 2004), Borinquen Literario (PR, 2004), Hostos Review (Nueva York, 2005), Aullido (España, 2006), Prometeo Digital (España, 2006), Los Poetas del Cinco (Chile, 2007), Baquiana (Florida, 2007). Obtuvo premios en los certámenes del ICPR Junior College, Universidad de Puerto Rico en Ponce, Universidad Politécnica de Puerto Rico, Círculo Jaime Marcano, Certamen del Círculo de Recreo de San Germán, Pen Club de Puerto Rico y el Certamen de Poesía Olga Nolla. Fue Director de la revista El Sótano 00931 y Coordinador General de los encuentros de (De)Generaciones. Es editor de la antología Los rostros de la Hidra (2008) con las casas de Isla Negra Editores y Ediciones Gaviota. Su primer libro La luz necesaria (2006) fue publicado, también, bajo el sello de Isla Negra Editores.

20. Al momento, el único y más exhaustivo estudio sobre este colectivo puede leerse en: Capiello-Ortiz, Jorge David. Las Uvas Verdes en El Sótano o la Zorra Strikes Back: Kitsch, Neokitsch y Posvanguardia en "El Sótano 00931". Puerto Rico: Revista de Estudios Hispánicos, Vol. 33, Nº 2, 2006, págs. 197-214.

21. Escritor, poeta, artista, y gestor cultural nacido en Ponce, Puerto Rico el 24 de noviembre de 1979. Graduado de Literatura Comparada de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. En el 2007 publica en Los otros cuerpos (Editorial Tiempo Nuevo) y en el 2008 en Los Rostros de la Hidra (Isla Negra Edito­res). En el 2009 publica Anzuelos y Car­nadas, libro objeto de poesías trabajado a “cuatro manos” junto a Xavier Valcárcel. Ha colaborado en varias revistas literarias. Entre ellas, El Sótano 00931 y Boreales. Ha publicado en los periódicos El Nuevo Día y Claridad, entre otros. Es miembro fundador del Colectivo Lite­rario Homoerótica (2009) y desde el 2005 modera el blog: http://angelantonio.blogspot.com. Su más reciente libro se titula El tiempo de los escarabajos (Erizo Editorial, 2011).

22. Ruiz Laboy, Ángel Antonio. El tiempo de los escarabajos Puerto Rico: Erizo Editorial, 2011, contraportada.

23. Ruiz Laboy, Ángel Antonio y Xavier Valcárcel. Anzuelos y Car­nadas. Puerto Rico: Edición de los autores, 2009.

24. Pol, Julio César. La luz necesaria. Puerto Rico: Editorial Isla Negra, 2006.

25. Pol, Julio César (ed.). Edición Mínima, El Sótano 00931 Vol. V, Núm. II., Puerto Rico: Alim Print, 2005.

26. “para definir la naturaleza de la producción cultural contemporánea (postmoderna) […], [n]os quedamos con ese juego puro y aleatorio de significantes que llamamos postmodernidad, que ya no produce obras monumentales del tipo moderno sino que reorganiza sin cesar los fragmentos de textos preexistentes, los bloques de construcción de la antigua producción cultural y social, en un bricolaje nuevo y dignificado: metalibros que canibalizan a otros libros, metatextos que recopilan trozos de otros textos. Tal es la lógica de la postmodernidad en general.Jameson, Fredric. Teoría de la postmodernidad. Madrid: Editorial Trotta, 1998, págs. 124 y 125.

27. Capiello-Ortiz, Jorge D. Casquillos. Puerto Rico: Ediciones Aventis, 2008.

28. Díaz, Luis Felipe. El discurso poético puertorriqueño en el umbral de fin de siglo, en: Número Antológico Internacional: República Dominicana / Puerto Rico (Irizarry Natal, Federico y Zuleika Pagán, eds.), Puerto Rico: Revista El Sótano 00931, 2009, pág. 195.

29. Federico Irizarry Natal nació en septiembre de 1972 en Ponce, Puerto Rico. Estudió su maestría en la Pontificia Universidad Católica de Ponce. Actualmente estudia su doctorado en literatura en la Universidad de Chile. Ha publicado sus escritos en el periódico Noti-Sur, Antología del círculo literario René Marqués, El Sótano 00931, Los rostros de la Hidra y Poesía de Puerto Rico - Cinco décadas (1950-2000). Ganó el primer premio de poesía novel del Ateneo de Ponce y el primer premio de poesía del periódico La nao. Fue uno de los organizadores de los encuentros de (De)Generaciones y parte de la Junta Editora de la revista El Sótano 00931.

30. Irizarry Natal, Federico. Kitsch. Puerto Rico: Editorial Isla Negra, 2006, contraportada.

31. Juan López Bauzá nace en Ponce en el 1966. Su cuento La sustituta aparece en un dossier dedicado a la nueva narrativa de Cuba y Puerto Rico de la revista Postdata (1995). Es uno de los narradores de la muestra de escritores antologados por Mayra Santo Febres en Mal(h)ab(l)ar (1997). En el 1997 gana el Certamen de Cuentos de El Nuevo Día. Su libro La sustituta y otros cuentos fue publicado por la Editorial de la Universidad de Puerto Rico (1996).

32. Josué Montijo tiene una Maestría en Historia de la Universidad de Puerto Rico. En el 2006 recibió una mención honorífica del certamen de Ensayo Histórico convocado por el Ateneo por el ensayo Perspectiva histórica e impacto de la demanda de clase de Morales Feliciano sobre el sistema carcelario en Puerto Rico. Su libro se titula El killer (Ediciones Callejón, 2007).

33. Mario Santana ha trabajado en varios medios de prensa, entre ellos los diarios El Nuevo Día y El Vocero, durante sus veinte años de ejercicio de periodismo. Ha recibido premios del Overseas Press Club de Puerto Rico, el 1er Premio Nacional de Periodismo (2002, 2004 y 2008) de la Asociación de Periodistas de Puerto Rico (ASPPRO) y el premio Eddie López 2008 a la excelencia en el periodismo. Estudió Comunicación Pública y Derecho en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Actualmente cursa un doctorado en Historia en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe. Su libro de cuentos se titula Secuestros de papel (Editorial Pasadizo, 2010).

34. De Maeseneer, Rita, El cuento puertorriqueño a finales de los noventa: sobre casas de locas en Marta Aponte Alsina y verdaderas historias en Luis López Nieves. Rescatado de: http://www.ciudadseva.com/obra/2001/rdm01.htm

35. Interesante resulta que, sobre las características de la narrativa posterior a los ochenta, Alberto Martínez Márquez, nos da un mapa que parece coincidir con muchas de las coordenadas dentro de las cuales hemos venido ubicando la poesía. Cierto es que, sobre las primeras tres y la última características que identifica, hemos visto algunos cambios. Pero en lo general, los demás rasgos permanecen. Éste, señala: “(1). Alejamiento del plebeyismo y de lo soez; (2). Uso de un lenguaje más escritural y literario; (3). Abandono del lenguaje coloquial; (4). Desalegorización y deconstrucción del tema de la identidad (prácticamente ausente en los escritores del 90 y en los más actuales); (5). Utilización constante de la ironía, el cinismo y el humor negro; (6). Tematización de la otredad; (7). Narrativización del cuerpo desde una perspectiva epistemológica; (8). Recurrencia del tema de lo absurdo; (9). Intertextualidad; (10). Incorporación de elementos extraliterarios; (11). Inclinación hacia el minimalismo; (12). Rechazo de lo dramático y finales anti-climáticos; (13). Uso de la reflexión; (14). Presencia constante del elemento lúdico; (15). Preponderancia del intimismo; (16). Apropiación de las formas y los lenguajes de la cultura de masas; (17). Rechazo del realismo mimético”. (sic) Martínez Márquez, Alberto. Apuntes sobre la narrativa breve puertorriqueña a partir de los ochenta. Rescatado de:

http://www.ciudadseva.com/obra/2003/amm01.htm

36. Díaz, Luis Felipe. Una visita a El Sótano 00931. En: suplemento En Rojo / Claridad, 18-24 de mayo de 2001, pág. 26.

37. Ver nota #28.