"Lo que he leído de ti, pese a alguna ironía que se me haya escapado a tiempo, siempre me ha parecido interesante. No puedo arriesgar más, porque no te conozco ni como ser-humano ni como poeta. Porque el poeta, el tuyo en este caso, es infinito como el mío. Tal vez no nos entendamos, pero no importa, La única diferencia que veo "hoy" es que cuando yo tenía tu edad, cuando buscaba a "Dios" desesperadamente en mis viajes de LSD, era menos violento que tú, más tímido y más ingenuo".
"No dude ni por un momento que al citarle su excelente poema hice menos que rendirle homenaje y dejarle saber que me vi, me di por aludido, aun sin saber si ha leído los míos. Hoy visité dos librerías en Río Piedras bajo un aguacero torrencial (apropiadísimo) para comprar Casquillos pues sólo había visto dos o tres poemas que me enseñó un amigo en un almuerzo con otra gente. Leí el libro completo y lo felicito. Que vengan otros. No he encontrado tantos poemas de nadie, tantos asideros comunes a pesar de que le duplico la edad. Me parece extraordinario".
"Casquillos de J.D. Capiello-Ortiz, alias el Copista Calisténico, ejerció una doble seducción para el severo lector que habitualmente soy. Mi primera lectura, por fuerza superficial, desarmó la seriedad cetácea que generalmente asumo ante el discurso poético. Para mi desconcierto y gozo, aprecié el tono de desparpajo, su decir ocurrente y maleducado (sin pleitesías con nadie ni consigo mismo) y la fluida legibilidad de su discurso. Mi segunda lectura, más detenida y concienzuda, no pudo menos que admirarse de la inteligencia de su estructura y de la coherencia de su propuesta poética. Así gozo y aprecio intelectual se fundieron para trabar una grata y sustantiva experiencia de lectura".
"Leí Casquillos con suma fruición. Me atrevo a decir, sin temor a equivocarme, que este poemario no es un ejercicio sino una verdadera puesta en escena de una poesía necesaria. Y con esto me refiero a que la palabra que se yergue aquí no es prescindible. Al contrario, leo el poemario como una suerte de “ética poiética,” en tanto que mira hacia una tradición de la vanguardia poética puertorriqueña (y latinoamericana también) y la reescribe. Pero además, se puede visualizar también como una “ética poiética” que entroniza en el presente para lanzar una imagen en la poiesis (y en la poesía) del futuro. Nada de lo que digo aquí es gratuito, pues nace de una lectura acuciosa que entreteje la cartografía de la intertextualidad de los Casquillos. El verbo de Capiello resulta muy audaz y no concede espacio alguno para la complacencia. El poeta ha sabido asumir su oficio sin encomendarse a nada, salvo a la obligación que tiene con la propia poesía. Casquillos es un texto que se sitúa en la mejor producción de la poesía más reciente de Puerto Rico, y es un texto que debería ser ampliamente comentado y discutido, no sólo en los foros culturales, sino por los poetas mismos, como texto poético y como texto teórico de la poesía".
"Más allá de la pose microdiscursiva -ya fosilizada en el gesto ascéptico del haiku de paso que tanto se ventila hoy-, estos textos apuestan por un minimalismo antipoético que aspira a materializarse como una instancia de autenticidad capaz de contaminar saludablemente anquilosados horizontes de expectativas. Podría decirse al respecto que a la usual aspiración de consumir un texto como obra monumental, estos textos oponen el desparpajo de proponer, desde el fragmento, la textualidad como documento. Cruzados por los géneros del aforismo, la sentencia, el chiste, la selección múltiple o el slogan publicitario, entre muchos otros, los artefactos de Casquillos reducen el espesor de grandes relatos (poéticos, críticos, culturales) a salidas ingeniosas que mueven a nuevas posibilidades de lectura y a formas alternas de concebir la realidad".
"Son rrrrrrriiiiiiiiiiiiiiicccccoooooossssss".
Tomado de: Ediciones Aventis
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