Lo que sigue es una reacción/aceptación/invitación al diálogo que espero se inicie con el comentario publicado por Elidio La Torre-Lagares y que pueden leer integro pulsando en el link que adjunto bajo el título “Agua, agua, agua… y ninguna que se pueda tomar”.
Creo que concuerdo con ambas visiones. Un tanto pudiera resultar iluminador el hecho de que el Elidio del 93, el Capiello del 98 y el Pommers del 2009 sigan la larga tradición de un eco por lo visto inextinguible. La autogestión no da abasto para nivelar un trabajo que el mundo editorial no ha podido asumir cabalmente. Yo, como “padawan”, pequeño saltamontes, editor “wannabe”, no puedo publicar cuanto escritor quisiera. El que ese eco siga resonando, quizás desde un “en aquel entonces”, y sus sucesivas re-percusiones, ¿serán visos de madures editorial o, tal vez, vicios de edición? “El enemigo no es el sector editorial”. “El enemigo somos nosotros mismos”. Concuerdo totalmente. Pero tengo que admitir que en ocasiones me he encontrado ante la bochornosa situación de tener que preguntarme ¿cómo asumo ese “nosotros”? Como profesor, como escritor, como lector, como comprador o como editor. Si el enemigo somos nosotros mismos, nosotros los editores (me incluyo, desde el “wishful thinking”) también somos nuestros propios enemigos. Paso al frente, saludo, digo mi nombre y en voz alta, –“MI NOMBRE ES CAPIELLO; YO SOY EL ENEMIGO”–. Se siente bien... trazar la línea en el suelo y empezar de cero.
Creo que concuerdo con ambas visiones. Un tanto pudiera resultar iluminador el hecho de que el Elidio del 93, el Capiello del 98 y el Pommers del 2009 sigan la larga tradición de un eco por lo visto inextinguible. La autogestión no da abasto para nivelar un trabajo que el mundo editorial no ha podido asumir cabalmente. Yo, como “padawan”, pequeño saltamontes, editor “wannabe”, no puedo publicar cuanto escritor quisiera. El que ese eco siga resonando, quizás desde un “en aquel entonces”, y sus sucesivas re-percusiones, ¿serán visos de madures editorial o, tal vez, vicios de edición? “El enemigo no es el sector editorial”. “El enemigo somos nosotros mismos”. Concuerdo totalmente. Pero tengo que admitir que en ocasiones me he encontrado ante la bochornosa situación de tener que preguntarme ¿cómo asumo ese “nosotros”? Como profesor, como escritor, como lector, como comprador o como editor. Si el enemigo somos nosotros mismos, nosotros los editores (me incluyo, desde el “wishful thinking”) también somos nuestros propios enemigos. Paso al frente, saludo, digo mi nombre y en voz alta, –“MI NOMBRE ES CAPIELLO; YO SOY EL ENEMIGO”–. Se siente bien... trazar la línea en el suelo y empezar de cero.
Cuestiono las complacientes y conformistas adopciones de libros por colegas profesores para luego pasar a libros usados reduciendo la posibilidad de segundas o más grandes ediciones. Cuestiono la mala costumbre de pensar que un libro publicado por una editorial es un libro arbitrado bajo estrictos criterios de calidad. Cuestiono el romántico y anacrónico germen de l@s div@s literari@s que piensan que no tienen que promover sus libros. Cuestiono el escritor que jura escribir “para si mismo” sin renunciar a publicar, ni asumir la responsabilidad del libro como producto. Cuestiono la vista larga o silente complicidad de editores que no indagan las razones y procedencias de los textos que le llegan a las manos fomentando la intriga entre colegas y la falta de responsabilidad por parte de los autores. Cuestiono la absurda necesidad de distribuidores en una isla que no tiene la infraestructura para sostener ni las editoriales ni las librerías. Cuestiono las nefastas rencillas ideológicas que nada aportan a una amplia exposición del conocimiento, la diversidad y el dialogo saludable. Cuestiono los libreros que venden los libros y no los pagan pero pueden pagar COD los libros de editoriales extranjeras. Cuestiono la falta de solidaridad e iniciativas de “NOSOTROS” los editores para legislar mejores condiciones e incentivos para un mercado editorial y cultural con posibles repercusiones tanto en la educación como en la economía. Cuestiono la candidez de quienes escriben y pueden pagar una edición de autor pero no pueden compartir ni la responsabilidad de su promoción y venta, ni económicamente el “so called” Riesgo Editorial de una publicación cuidada, corregida, editada y diagramada ignorando, quizás, que una tesis muchas veces ni se publica pero se pagan cientos de dólares por una corrección. Cuestiono la indiferencia o “politically correct policy” del “cada una con su cosa”. “YO SOY EL ENEMIGO”, consumidor, lector, autor, profesor, editor. “Agua, agua, agua… y ninguna que se pueda tomar”. La pregunta es, ¿estamos aptos para el diálogo?
Mis respetos y admiración, pero también mi valentía, o estupidez, todas ellas comprometidas con la literatura…
Un abrazo,
Capiello
Editor Horroris Trauma
Mis respetos y admiración, pero también mi valentía, o estupidez, todas ellas comprometidas con la literatura…
Un abrazo,
Capiello
Editor Horroris Trauma
3 comentarios:
Añado esta contestación con el permiso de Lilliana Ramos Collado publicada originalmente en FB.
David, estamos enamorados del primer mundo, y ése es el probema principal. Realmente tenemos expectativas primermundistas acerca de todo el ciclo de consumo. El proceso de creación, construcción empaque y puesta en anaquel nos resultan invisibles, y por lo tanto creemos que DEBEN mantenerse invisibles. Y sobre todo creemos en la división del trabajo como si estuviéramos en una fábrica de Detroit. Pensamos, que cada cual haga su parte. Sabemos que la cultura no es una fábrica, en sentido estricto, y nos sabemos de memoria las citas de Benjamin, "El autor como productor", pero no nos damos cuenta de que su mensaje principal es que el medio se transforma según las necesidades de la cultura, y no es algo rígido como un destino fatal. Hay que darse cuenta de que, si los procesos de mercado de bienes de consumo están en crisis global porque se volvieron demasiado rígidos, cómo será entonces hoy que puede moverse el mercado de la cultura? Es evidente que hay que ponerse a trabajar considerando que estamos en época de escasez. Lujos como la división del trabajo, la publicidad, el libro encuandernado, la estética del mercado tradicional, nada tienen que ver con nosotros (ni hoy ni ayer). La plusvalía hoy debe estar en la calidad y en la pertinencia de los libros, y no en su empaque. Los autores deben subirse las mangas, los editores deben levantar tipografía, el "arte" del libro tal vez debe regresar a la serigrafía manual y al diseño sencillo, como en los 50's. Hay un narcisismo estúpido en muchos de los escritores que sienten que pueden quedarse en su casa esperando a ser "descubiertos", hay un narcisismo estúpido de muchos editores de que ellos pueden sólos idear la publicación con ayudar marginal del escritor. Hay una idea tonta de las librerías de que hay que aopoyar el libro extranjero a expensas del local (olvidando que los escritores son quizás los mejores y más asiduos lectores y compradores de libros). Hay una idea estúpida de los académicos de que la literatura local nunca está en boga y la tratan como plato de segunda mesa. La solución es sencilla, y comienza por entender que la cultura es nuestra inequívoca responsabilidad, y no nuestro librito, sino todos los libros. Y hablar más de aportar el talento al gesto de hacer libros colaborativamente (y no mediante la "división del trabajo"). Yo he hecho libros en fotocopia (la primera edición de Harvey, Legislación cultural, la primera edición de Obra poética, de Ivonne Ochart, la primera edición de ¡Casas! del arq. Fernando Abruña... y muchos otros libros mientras fui directora de la editorial del Instituto de Cultura. Con los chavos que saqué de esas primeras pequeñas tiradas, pude costear el resto de la edición. Seis de mis títulos en fotocopia fueron elegidos por el Nuevo día para ingresar a su lista de los diez mejores libros del año en 1990! Sólo un ejemplo para expresar que lo que hay es falta de creatividad y de colaboración. El intercambio de recursos es importante, sin olvidar que la inteligencia y la buena fe también son recursos esenciales a la hora de echar pa'lante la cultura...
Añado también ésta de Rafah Acevedo publicada igualmente en FB.
Lo que se esta haciendo es lo que hay que hacer: hacer. Cuando entre a la universidad decubri que los libros de poesia que me marcaron eran publicados por una editorial cartonera: qeAse. Lima y Anjelamaria Davila. Esa editorial publico muy pocos libros. Todos excelentes.
Hace unos dias lei una nota en la que Ricardo Piglia se queja de la balcanizacion de la literatura hispanoamericana, la creacion de guetos y la virtal mposibilidad de trascender fronteras con el libro. Como en Puerto Rico la situacion del gueto es pan diario se dramatiza el estado del trabajo editorial nuestro. Estamos abocados a la publicacion en tiradas pequenas. Y no me parece un problema grave.
Creo que la calidad literaria es uno de los pilares mas importantes para sostener la casita editorial. Mas que la calidad del papel o la portada. Esos aspectos materiales ahogan a editoriales de cualquier pais pequeno. Pienso en Vertigo, por ejemplo. Recuerdo que en la fiesta de presentacion de la editorial habia cientos de personas. Cuantos libros publicaron?
He leido los libros de Aventis y el exito de ese trabajo se debe a la calidad de los textos. Las novelas de Francisco Velazquez son las mejores que he leido en mucho tiempo. Agentes cataliticos produjo dos publicaciones hermosas y de buena calidad literaria.
El enemigo habita en nosotros sin duda. Pero tambien cuando un dueno de editorial se gana 6,873 dolares con un libro y le a un cheque de 266 dolares al autor...que es?
Finalmente añado este link de Rafa Franco-Steves para que pasen por Huevo Crudo:
http://huevocrudo.blogspot.com/2009/12/autopsia-de-un-libro-natimuerto.html
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