En lo sucesivo, El Copista Calisténico, retoma lo que en principio constituye el norte de este espacio. Los consabidos Casquillos, como muchos podrán sospechar, no son más que un desenfadado contra “preaching” a aquel sermón celayesco de la poesía como un “arma cargada de futuro”. En los Casquillos lo que queda sobre el suelo no es sino los fragmentos de un espejo al negativo donde se observa a contrapelo quien ha tenido, más que por virtud, por defecto, la lúcida ingenuidad de vestir los trapos del poeta. “Canto y canto, y cantando más allá de mis penas personales, me ensancho”, dice Celaya. Tanto se ensancha que más adelante replica, “Tal es mi poesía”. “Tal es, arma cargada de futuro expansivo, con que te apunto al pecho”. Curiosamente se nos apunta al pecho con una poesía que “No es una poesía gota a gota pensada. No es un bello producto. No es un fruto perfecto”. Aún así, en aquel “mi poesía”, resuena disonante el vate aquel del producto no bello y el fruto no perfecto. Cierto gesto por diluir la poesía como culturema asumido dentro de un ámbito elevado o de elite transluce de estos versos pero el vate laureado se traiciona a sí mismo.
Igual pasa con la aparición de la antipoesía. En los Poemas y Antipoemas de Huidobro se asoma una vez más la posibilidad de la antipoesía como parte de ese “futuro expansivo”; más que nada, se retoma la propuesta del posible “me ensancho”. En otras palabras, no se trata de encontrar la antipoesía, sino, el antipoeta. El resultado: una vez más el cincel es derrotado por el peso de los laureles. En “Advertencia al lector” el poeta dice:
Según los doctores de la ley este libro no debiera publicarse:
La palabra arcoiris no aparece en el en ninguna parte,
Menos aun la palabra dolor,
La palabra Torcuato.
Mesas y sillas si que figuran a granel,
¡Ataúdes! ¡útiles de escritorio!
Lo que me llena de orgullo
Porque, a mi modo de ver, el cielo se esta cayendo en pedazos.
Bonito todo el asunto, diría el Copista, salvo por un detallito. Parece ser que la advertencia al lector no se encuentra en el desmoronamiento de los cielos. La verdadera advertencia está en algunos versos que más adelante nos confiesan:
Cuidado, yo no desprestigio nada
O, mejor dicho, yo exalto mi punto de vista,
Me vanaglorio de mis limitaciones
Pongo por los cielos mis creaciones.
Para todos esos CREADORES; elevados poetas de la exaltación y la vanagloria, los Casquillos del Copista.
Igual pasa con la aparición de la antipoesía. En los Poemas y Antipoemas de Huidobro se asoma una vez más la posibilidad de la antipoesía como parte de ese “futuro expansivo”; más que nada, se retoma la propuesta del posible “me ensancho”. En otras palabras, no se trata de encontrar la antipoesía, sino, el antipoeta. El resultado: una vez más el cincel es derrotado por el peso de los laureles. En “Advertencia al lector” el poeta dice:
Según los doctores de la ley este libro no debiera publicarse:
La palabra arcoiris no aparece en el en ninguna parte,
Menos aun la palabra dolor,
La palabra Torcuato.
Mesas y sillas si que figuran a granel,
¡Ataúdes! ¡útiles de escritorio!
Lo que me llena de orgullo
Porque, a mi modo de ver, el cielo se esta cayendo en pedazos.
Bonito todo el asunto, diría el Copista, salvo por un detallito. Parece ser que la advertencia al lector no se encuentra en el desmoronamiento de los cielos. La verdadera advertencia está en algunos versos que más adelante nos confiesan:
Cuidado, yo no desprestigio nada
O, mejor dicho, yo exalto mi punto de vista,
Me vanaglorio de mis limitaciones
Pongo por los cielos mis creaciones.
Para todos esos CREADORES; elevados poetas de la exaltación y la vanagloria, los Casquillos del Copista.
Infortunado narratario
Soy de esos geniales poetas
que escriben para ellos mismos.
Artífices
La muerte traza con su dedo
la línea entre escritores
y quienes hacen arte.
Los primeros, escriben
los segundos, todavía se leen.
Artífices II
Escribir es construir, a través
del texto, el propio modelo de lector.
Umberto Eco
del texto, el propio modelo de lector.
Umberto Eco
Hay quien escribe para si mismo
y hay quien escribe para ser leído
pero hay quien logra escribir
para que otros quieran leerlo.
¡Pst…! ¡Poetas!
Las opciones son:
ser un pequeño dios
o un grandísimo demonio.
Antaño y hogaño
De los poetas de antaño
los laureles y las ramas de olivo
hogaño
las buenas ensaladas.
Poetas
Diáspora de Babel.
Gloria en las alturas (que acá abajo estamos chilling)
¡Salve! ¡Oh, Poeta!
Si a la gloria plugó
legar tu obra al mundo
¿será menester que muramos?