domingo, 13 de enero de 2013

Manejo de información y algunos hallazgos: El token del Estacionamiento de la Plaza de la Convalecencia de Río Piedras y la placa de la Porto Rico Iron Works de Ponce


Manejo de información y algunos hallazgos:
El token del Estacionamiento de la Plaza de la Convalecencia de Río Piedras y la placa de la Porto Rico Iron Works de Ponce
Por: Jorge David Capiello-Ortiz

Dentro de todo lo relacionado a pertenecer a la Sociedad Numismática de Puerto Rico una de las cosas que espero con mayor entusiasmo, además de la NumiExpo, lo es el Boletín “Puerto Rico Numísmático” que con tanto esmero y diligencia preparan nuestro presidente, Rafael Echevarría, y hermano socio, Heriberto Soto. Y tendría que confesar que, más que por la lista de la consabida subasta, mi entusiasmo va directamente ligado a la lectura de sus artículos. Lamentable, por demás, resulta el hecho de que una vez finalizada la subasta pocos parecen conservar el boletín o al menos haberlo leído.
En un mundo tan dirigido a la especulación de los valores como lo es el de la numismática puertorriqueña, no hay manera más segura de velar por nuestra inversión que el constante ejercicio investigativo, el flujo responsable de la información y la buena fe de quienes tienen el conocimiento. A tal efecto, enorgullece en lo personal formar parte de una sociedad donde se producen proyectos de investigación y documentación como los libros publicados por el Sr. Ovidio Dávila, el Lic. Fumero y su hijo, el Sr. Luis A. Serrano y otros colegas como el Sr. Enrique Mancheno y la aportación de sus artículos.
Ahora bien, comentaba antes que no hay manera más segura de velar por nuestra inversión que el constante ejercicio investigativo y el flujo responsable de la información. La especulación de valor de la que son objeto nuestras colecciones, en tanto inversión, no se da como producto del objeto coleccionable en si mismo, sino de su oferta y demanda basada en la investigación responsable de su procedencia, trasfondo histórico y, más que nada, disponibilidad. Al momento no tenemos, salvo escasísimas piezas, información sobre las tiradas de nuestros tokens a no ser por acuñaciones en la mayoría modernas. Sin embargo, estos números no están accesibles a la mano del coleccionista y, por otra parte, hay que aceptar que esto no toma en consideración ni resuelve el problema de la disponibilidad de una pieza en casos de pérdida, desaparición de lotes o lotes encontrados recientemente. De esta manera, resulta que, lo que en un momento parece ser una pieza escasa, años luego pudiera ser una pieza a la que ya nadie preste mucho valor.

Token del Estacionamiento de la Plaza de la Convalecencia, Río Piedras.
Colección de J.D. Capiello-Ortiz

Por dar un ejemplo, a mi regreso de Minnesota en el 2006, para ese verano, trabajé en la remodelación del segundo nivel del edificio de lo que hoy es el restaurante Subway, en el Paseo de Diego, esquina con la Calle Brumbaugh. Como ingeniero civil aficionado que soy (es decir: sin tenerlo por oficio), además de rescatar la loza original del segundo nivel de ser cubierta por dos pulgadas de cemento, allí se encontró el más reciente lote de tokens del Estacionamiento de la Plaza de la Convalecencia de Río Piedras. El mismo lee: “Estacionamientos, Río Piedras Inc.” (en el anverso) y, “Diciembre 1973” (en el reverso). Ambas leyendas, al margen del listel, en ambas caras. Quinientos (500) tokens para ser exacto, un solo estilo y no dos como algunos aducen. En un principio, dichos tokens fueron vendidos como muy raros llegando a pagarse por ellos cantidades que fluctúan entre $40 a $70 y algunos hasta $100. Hoy, no más de $15.

Placas repetidas #26 de la Porto Rico Iron Works.
Colección de J.D. Capiello-Ortiz

En lo más reciente, tan cercano como el pasado mes de septiembre, en la pasada NumiExpo 2012, llamó la atención de este servidor el hallazgo de tres placas de la Porto Rico Iron Works con números iguales: #26. Al examinar las piezas las tres muestran las imperfecciones propias del cuño antiguo y no la perfección esperada de la tecnología de un cuño moderno que tanta atención presta a la precisión de detalles. Por ejemplo, los puntos que separan las siglas PRIW no están alineados a la perfección, la letra “I” (en PRIW) presenta una leve inclinación de su parte superior hacia la izquierda, mientras que, la letra “E” (en MEC) muestra una pequeña inclinación hacia la derecha (más observable en el ejemplar del extremo derecho). Además, la perforación de la placa que se ve al centro de la foto arriba está unos grados más al sur que en las otras dos (tómese como referencia la posición de la perforación con relación al número 6 que le queda a la izquierda). Todas estas, imperfecciones que sumadas a la patina que se puede observar en cada una de las placas, atestiguan la edad y legitiman la originalidad de las piezas que, de haber sido producto de un cuño moderno, hubiera sido difícil reproducir. Hoy, estas piezas se venden hasta por $10 cuando, para los años en que yo empezaba a coleccionar, se podían pagar entre $25 a $30 por cada una de ellas.

Porto Rico Iron Works, 1 de enero de 2006.
 Foto de: J.D. Capiello-Ortiz, 2006 ©

Descartada la falsificación de las piezas, algunas interrogantes quedan sobre la mesa. ¿Por qué la reproducción de piezas repetidas? ¿Cuántas se acuñaron? ¿Qué implicaciones tiene el hecho de que sólo aparezcan las placas de la división del Cuerpo de Ingenieros Mecánicos (M.E.C. por sus siglas en inglés)? Me aventuraría a contestar que muy posiblemente la repetición de números responde al hecho de que no se acuñaran repuestos por separado en caso de pérdida de la pieza. La reproducción en sets de los repuestos aseguraba el costo efectivo de una fabricación que por separado sería más onerosa. De manera que, si alguien perdía su placa, ya se tendría un repuesto sin tener que acuñarla por separado. Cierto es que la cifra más alta por mi conocida de esta pieza es 99 (muy baja para la cantidad de empleados en una compañía como esta) pero, el detalle de que la placa muestre las siglas M.E.C., nos deja saber que era la placa de una división y no de la fábrica completa. En ese sentido, pudiéramos asumir que las reproducciones no respondían a la cantidad de empleados sino a la posible reposición de placas perdidas. Ahora bien, ¿cuántos sets de reproducciones para la posible reposición de piezas perdidas se acuñaron? ¿Sería esta práctica algo frecuente en las demás compañías? Eso ameritará más investigación. Por lo pronto, cumplimos con el compromiso de informar sobre el detalle de tan curioso hallazgo.