sábado, 14 de febrero de 2009

LOS DIÁLOGOS DEL HUEVO

En espera que en cuestión de derechos tanto la Iglesia como el Estado entiendan que, como autoridad moral, fue el mismo Cristo quien dijo: “al César lo del César, y a Dios lo que es de Dios”; El Copista quiere dedicar estas líneas en muestra de amor y amistad a sus amigos: Héctor, Carlos, Daniel, Amarilis, Alfredo, David Caleb, Jaditza, Luis, Christian y al amigo Hiram por la maravillosa experiencia del diálogo. A los demás un feliz Día de la Amistad. Para todos, estos fragmentos rescatados de una conversación con algunos amigos de la comunidad gay y otros no tan gay.


Cuando yo utilizo una palabra -dijo Humpty Dumpty, en un tono bastante sarcástico- ella significa justamente lo que yo decido que significa, ni más ni menos. La cuestión es -dijo Alicia- si usted puede hacer que las palabras signifiquen cosas tan diferentes. La cuestión es -respondió Humpty Dumpty- quién ha de ser el Amo, eso es todo.

Alicia en el País de las Maravillas- Lewis Carroll


I. La seudo esfera pública.

Bueno, pues ya que la cosa va por la línea de las corbatas y los portfolios tengo que añadir un detallito. No con la intención de disentir sino con la intención de complementar, aportar, añadir; dialogar (es más divertido que tener la razón; y sí hay algo de polémica oculta en el comentario). Hay un asunto que siempre me ha parecido interesante con respecto a si realmente se democratizan los espacios mediáticos o la “seudo” esfera pública o virtual (post-habermassiana). Se trata de una cuestión de aspecto sociosemiótico a la que le llamo micro comunidades hermenéuticas. En éstas, por ejemplo el blog, se dan discusiones en las que se negocian tanto los acuerdos como las contingencias con respecto a dinámicas de equilibrio interno de la misma comunidad, la cohesión de grupo e incluso propuestas de identidad a tono con el fluir de las necesidades a través del momento histórico. Ok, toda esta mierda para decir que quisiera llamar la atención sobre el prefijo micro. Es decir: planteo la situación de que los blogs están funcionando como los salones literarios o como los museos en los que se momifica toda una semiosfera que ya no cumple con la función que los originó. Algo de lo que Garcia Canclinni llama institucionalización de las vanguardias, quizás, unido a algo de ombligismo vedetista y tal vez un poco de onanismo intelectual. El problema está en que dentro de la micro comunidad hermenéutica se da la sensación de negociación precisamente porque constituye una comunidad pero esto no necesariamente significa o implica democratización ni apertura, ni la suficiente madures como entes socio-jurídicos para primero: plantear la posibilidad de dinámicas inclusivas más allá del cerco hermenéutico y, segundo: tampoco implica la suficiente madures como sujetos o entes socio-jurídicos para manejar tanto los complejos, resentimientos o prejuicios como para evitar la autoexclusión que ha llevado a fenómenos contra-sociales como las comunas lésbicas anti-hombres como manifestación de feminismo, la intolerancia del “black power” fundamentalista como manifestación de igualitarismo o los diferentes discursos que la autoexclusión pueda generar que si bien son entendibles, no necesariamente son justificables.


II. Tomar o no tomar, he ahí el meollo.

A. Neftalí Cruz Negrón (en broma) dijo:
¡Me maravilla cuánta energía perdida! Jejejeje.

B. El Copista Calisténico (en el mismo tono) contestó:
Ostia tío, si hablo mierda es malo, y si la adorno también. No hay quien los entienda. […] Así que al jilipoyas que no le guste, a tomar po’l culo pues. Venga. (Dado que la invitación anterior no tomó en consideración que los defectos de un mensaje pueden ser nuestros defectos como receptores del mismo, luego de un conato de linchamiento, obviamente, fue necesario que El Copista argumentara un poco más… a profundidad.)


III. El cuarto propio.

Bueno antes que nada hago una aclaración. Si la palabra culo no es más que una palabra a ser semantisada por el contexto discursivo (que en la escritura está ausente de la extensión del lenguaje que implica el “body language”), si tomar po’l culo es rico (cosa que no puedo refutar ni me interesa corroborar como tampoco contradecir), y si tener culo no es algo exclusivo de la comunidad gay (aunque me temo que sí uno de los vicios del empoderamiento como lo ha sido para la comunidad hétero el agarrarse los huevos), entonces no veo la ofensa. Aun así me excuso con los interpelados por quienes hayan asumido el discurso como uno ofensivo. Eso si, me excuso por el descuido y no en cambio porque asuma la responsabilidad de los presupuestos y prejuicios con los que se establezca la “posible” comunidad hermenéutica que pueda resultar de este diálogo. Ahora bien, si este no es un claro ejemplo de lo que ya mencionaba en el comentario antes emitido (I. La (seudo) esfera pública), al menos da el espacio para plantear algunas cosas que sí me parecen enriquecedoras.

En mi caso particular, y para los amigos que me conocen y a quienes amo incuestionablemente (Héctor, Carlos, Ama, Daniel, Caleb, Alfredo, Jaditza… la lista se hace interminable), quisiera plantear el hecho de que más de un 80% de mis amigos son gay. A esto añado la interesante situación de que en muchas de las ocasiones en que dialógo me he encontrado articulando un discurso que muy bien responde a dinámicas lingüísticas de empoderamiento que, si por una parte, no responden a una realidad gay en mi persona, sí responden a un empoderameinto lingüístico que entiende que no hay manera de encontrar una real representación jurídica (de derecho) como marginalidad, minoría o meramente como entes jurídicos si no se tiene la capacidad de romper con las trampas de un lenguaje históricamente impuesto y ponderado por un sector dominante. Reconozco (no soy ingenuo) que la tarea es difícil pues el lenguaje está cruzado por cargas semánticas inseparables a nuestra experiencia (condición humana, presupuestos, prejuicios) pero no intentarlo sería lo mismo que ampliar “El Cuarto Propio” virginowoolfiano, que Aurea María Sotomayor identifica en su libro “De lengua, Razón y Cuerpo” en defecto de los movimientos feministas primer mundistas, y que nada aporta a una real inserción de las minorías dentro de la esfera pública como resultado de una gestión ya crítica y no resentida. Se trata de una incursión jurídico-representativa dentro de la CASA y no de seguir agrandando la automarginación del CUARTO PROPIO.

La historia ha “condicionado” con mucha razón una actitud contestataria por parte de comunidades marginales o más bien marginadas. Pero no puede “determinar” que esta sea la pauta del desarrollo de los discursos sin representación a un nivel macrosocial. Todos los movimientos sociales han pasado por una primera instancia resentida en que lo más importante, y el mayor logro, ha sido romper las serraduras del cuarto en el cual se encontraban enclaustrados. Esto es lo que esencialmente representa “Stonewall” en el 1969 para la comunidad gay. Pero una segunda etapa crítica es necesaria para no caer en el resentimiento eterno de la automarginación. Uno de los más hermosos ensayos para explicar la situación lo es el libro “Diferentes, Desiguales y Desconectados” de Nestor García Canclinni. Este plantea las obvias diferencias que componen nuestras sociedades desde la necesidad de reducir las desigualdades para no caer en la desconexión que implica tanto por un lado la marginación como por otro la automarginación. Estoy de acuerdo contigo Hector, queda pues de parte nuestra ver que tan dispuestos y aptos estamos para romper con los prejuicios y no hacer de este diálogo otro “círculo de apoyo” al que no pueda entrar el hétero precisamente por no ser mariconsito y que encima tenga la osadía de articular dinámicas discursivas de empoderamiento que ahora los gays articulan ya no como minoría sino como una marginalidad gravitante o como otro centro que simplemente a aprendido a trasladarse o más bien ampliar su cuartito. Me parece que el discurso es más importante que el registro discursivo pero si el problema se encuentra en el registro, entonces renuncio al empoderamiento cínico-irónico-paródico-polémico y seamos políticamente correctos. Como lo pretende nuestra democrática sociedad.


IV. El ghetto virtual.

No trato de convencer a nadie, cada cual tiene la responsabilidad de llegar a sus conclusiones con la misma seriedad y compromiso con que he estado aportando a la conversación. Sólo planteo una realidad irrefutable. Disentir por disentir es divertido pero creo que esto es más serio que el mero juego tangencial de hacerle de abogado al Diablo. Decir que, “Los blogs son un espacio más para la libertad de expresión” y que eso “es todo” (Hiram) me parece tan irse por la tangente como el absolutismo de postular que eso “es todo”. Libertad de expresión sin construir (o luchar) una comunidad hermenéutica como receptor del mensaje es equivalente a “loros que parlotean sin que se les escuche”. No creo innecesaria la artificialidad (y no puerilidad o nimiedad) de pretender una discusión dentro de un foro de crítica social y política más amplio, democrático y menos ingenuo. A fin de cuentas, y si aceptamos que “cada autor le atribuye la función que decida” (Hiram), este no es un diálogo sobre los medios sino sobre la finalidad y el uso, apropiado o no, que se le pueda dar para alcanzar esa supuesta artificialidad que se le adjudica o atribuye al mismo. De otra manera la palabra “función” sobra en la aseveración anterior.

Libertad de expresión ¿para qué? cabría preguntarnos entonces. Democratización es una palabra grande, pero si de algo estoy seguro es de que es mucho más que la mera sensación de participación en un blog o tertulia entre panas si a fin de cuentas cuando nos van a freír sólo podemos escoger la salsa en la que nos van a marinar. Pero si esa es la única salida conformémonos con las muestras de afecto gay sólo dentro de las discotecas gay porque al menos tenemos un espacio, sigamos sufriendo dos horas de entrevista como la que se le hizo a Danny en ocasión de la publicación de su novela “Conversaciones con Aurelia”, y en la que la palabra gay fue sustituida por el eufemismo de “condición” (pues aparentemente la discusión era sobre literatura y no sobre el gesto político y la sexualidad que la genera). Sigamos ampliando “El cuarto de atrás” (diría Carmen Martín Gaite) para poder tener al menos “Dos centímetros de mar” (diría Carlos Vázquez) como sensación de libertad y aceptación entre los nuestros o, como dijera una carta del General Patton en ocasión de nuestra invasión por parte del pueblo americano, una democracia como ejercicio de libertad que sea, y parafraseo, “compatible con el concepto de libertad del sector dominante”.

Democracia no es apropiarse de los medios (ya que ni siquiera agrandamos el cuarto propio, sino que nos apropiamos de el del vecino), sino insertarse en ellos y lograr convivir con la diversidad contenida en esos medios. De otra manera para los blogs habrá que crear un concepto dentro del lenguaje cibernético que denote el equivalente para el concepto “ghetto” como analogía del resultado de lo que sucedió cuando los negros, latinos y clase baja obrera se apoderaron de los entornos urbanos de las grandes metrópolis.


V. Libertad de expresión.

Estoy completa y totalmente de acuerdo contigo Hiram… disentimos profundamente. Cuando comentas: “apoyo 100% la libertad de expresión, sin más, sin propósito, Zen, ‘for the fuck of it’, sólo porque debe existir, y en ese sentido la blogosfera no necesita otra razón de ser”, me haces recordar una historia, por cierto ZEN, que a modo de proverbio plantea una pregunta que se presta para interesantísimas digresiones filosóficas.

La pregunta dice: Si en medio del día un árbol cae a mil leguas de ti dentro de la espesura del bosque, ¿hace ruido?

La contestación es obvia… ¡claro que hace ruido! Pero la digresión filosófica que pretende el maestro con esta pregunta va mucho más allá de un simple: “claro que hace ruido”. De otra manera el maestro no hubiera perdido su tiempo preguntando al alumno una cuestión que a todas luces parece ser obvia.

Si observas con detenimiento la historia no trata sólo del árbol; trata también de la libertad del árbol por caerse a la hora y en el lugar donde se le pegue su maldita gana. Pero por otra parte también trata de algo tan importante para la especie humana como lo es el otro (ya sea observador u observado). Tan importante que, incluso más allá de toda objetividad, la ciencia ha tenido que reconocer que en el universo no hay observación fenomenológica sin un observador. Gracias a eso la mecánica cuántica no ha tenido ningún reparo en poner los fenómenos en contexto del que los observa. A tal razón, si volvemos al arbolito, la proverbial historia también plantea una relación de causa y efecto consecuencial al detalle de que no sólo el árbol cae, sino que cae a mil leguas de “TI”. Esa inclusión del observador es lo que abre un simple cuento anecdótico a las posibilidades de toda una digresión filosófica sobre la realidad y como esta afecta nuestro devenir dentro del contexto de las relaciones humanas como parte de un proceso de comunicación, emisión y recepción del mensaje.

En nuestro caso, trayendo la discusión al ámbito de la escritura, los medios de comunicación y la libertad de expresión, quisiera apuntar algunas consideraciones que me parecen pueden ser de tu interés. Humberto Eco en su libro “Apostillas a En Nombre de la Rosa” dice que, “Escribir es construir, a través del texto, el propio modelo de lector”. Por otra parte en el libro “Posiciones”, Jacques Derrida plantea que:

“la ‘lengua usual’ no es ni inocente ni neutra. Es la lengua de la metafísica occidental y transporta no sólo un número considerable de presuposiciones de todos los órdenes, sino también presuposiciones inseparables, y, por poco que se preste atención, anudadas en sistema”.

De manera que no sólo se construye el propio modelo de lector, interlocutor, o receptor del mensaje, sino que todo acto de expresión presupone e implica, más allá de la recepción, una agenda por la cual se emite el mensaje. Mikhail Bakhtin cuando planteaba sus conceptos de polifonía, heteroglosia y dialogismo no hacia más que reconocer que todo acto del lenguaje como parte del ejercicio de la comunicación (y del cual es inseparable) se da, tiene, constituye y es (de ser: como parte de esa analítica existenciaria del ser-ahí haideggeriano) entonces, y si, y sólo si es como finalidad, en si mismo en tanto acto de comunicación. Por tal razón el lenguaje siempre es dialógico. Tautológicamente. Independientemente de si lo entiendes o no “sin más, sin propósito, for the fuck of it”. Entonces, la libertad de expresión no sólo es libertad, sino que es “DE EXPRESIÓN”: es enunciación con el propósito y objeto de establecer la comunicación.

En cualquier acto del habla o de la escritura, para la lógica bivalente, un enunciado es la expresión lingüística de una proposición. En otros términos, se trata de una oración enunciativa, que afirma o niega algo, y que, en lógica bivalente, sólo puede ser verdadera o falsa. Pero más allá de eso, y atendiendo lo que nos interesa a ti y a mi, Bakhtin comenta que:

“Everything means, is understood, as part of a greater whole –there is constant interaction between meanings, all of which have the potential of conditioning others, which will affect the other, how it will do so and in what degree is what is actually settled at the moment of utterance. This dialogic imperative, mandated by the pre-existence of the language world relative to any of its current inhabitants, ensures that there can be no actual monologue”.
“[…] language is inherently dialogic: every utterance actively and equally responds to other utterances and equally shapes itself in anticipation of an addressee’s response”.

Lo que quiere decir que, El lenguaje es el resultado de una respuesta a una expresión o enunciado y su propósito es comunicar, denotar y anticipar otra respuesta. El lenguaje presupone la interacción entre por lo menos un narrador y un narratario; es decir: un emisor y un receptor. La expresión, enunciación o el lenguaje en si mismo constituye una operación lingüística que establece relaciones particulares entre “voces” (enunciados) individuales o colectivas, formando el diálogo. Por lo tanto no hay libertad de EXPRESIÓN o enunciación sin propósito, or just “for the fuck of it”.

Planteando ahora la libertad de expresión como una cuestión democrática tengo que por conciencia (crítica) y por obligación (ética) plantear el hecho de que la democracia no es obviamente anarquismo (sin adjudicarle las cargas semánticas negativas que suelen acompañar esta palabra), pero es que ni siquiera llega al igualitarismo o libertarismo (para quienes prefieran el eufemismo). Siendo menos ingenuo de lo que suelo ser, eso me lleva a la ineludible conclusión de que como sistema institucionalizado la democracia tiene que por definición observar unos parámetros que contemplen las posibilidades del ejercicio de la libertad y que siempre estarán determinados por el sector dominante. Muchos plantean, por dar un ejemplo, que el arte no debe ser subeditado a ninguna finalidad. Pero incluso quienes producen arte por el arte, or “just for the fuck of it”, lo hacen porque su finalidad lo es el arte mismo como ejercicio de libertad; es decir: por un COMPROMISO estético. De manera que incluso el arte en su ejercicio de libertad se subedita a una ética de la estética como agenda política.

Pregunto entonces: Si un gay en su ejercicio de libertad de expresión es apaleado a mil leguas de ti en medio de la espesura de la urbe, ¿se escuchan los golpes?

Les regalo un poema del libro Kitsch de Federico Irizarry Natal:

Imago Mundi

Entre el poder extremo
y la masturbación

no hay diferencia alguna
el hombre termina

ejerciendo su soberanía

a solas.

Me tomo el atrevimiento de pedirles que sustituyan la palabra “poder” por la palabra “libertad”.

Un abrazo FRIENDLY GAY,
El C@py